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Monday, July 16, 2018

Deschamps no construyó una selección que pudiera sacar lo mejor de sus hombres, sino una que pudiera adaptarse a las necesidades




 

  


No había duda alguna de que el favoritismo de Francia no se condecía con la simpatía que despertaba Croacia en el mundo y en Chile particularmente. Algunos por razones emotivas, otros por la colonia de croatas que reside aquí. Unos por la terrible historia de este país y otros porque sí.
En lo futbolístico, una verdad instalada: Francia jugaba de contraataque y los balcánicos proponían más y mejor. Eso sí, hasta por ahí no más. Porque Deschamps no construyó una selección que pudiera sacar lo mejor de sus hombres, sino una que pudiera adaptarse a las necesidades de los partidos que tenía que disputar. Repitió esquema, pero nunca la organización de juego. Se adaptó como ninguno.
Y en un plantel plagado de figuras, hay dos futbolistas que realizan un trabajo extraordinario. El primero es Kanté, que entiende el juego como pocos. Un gran anticipador, que recupera una tremenda cantidad de balones. Cada vez que su equipo galo se vio acorralado, se metió como central. La gran demostración fue ante Bélgica marcando a Fellaini. Lo anticipó siempre echando por tierra la principal vía de los belgas.
El segundo es Griezmann. Un genio para tomar decisiones correctas. Hace normalmente lo que la jugada amerita. Fabrica faltas cerca del área y reagrupa a su equipo cuando necesita tener la pelota. Ganando tranquilamente frente a Argentina, tuvo cuatro chances de acelerar en un contraataque y prefirió frenar para compactar su equipo.
Podríamos seguir debatiendo sobre las cualidades de los franceses, pero aún así las miradas más críticas ubican a Francia dentro de la casilla de los mezquinos. Un equipo mezquino no marca cuatro goles en una final, menos despacha a Uruguay, Argentina y Bélgica (el equipo que más disfruté en el Mundial).
En el anecdotario quedará el mal arbitraje de Pitana que cobró un dudoso penal y una falta inexistente en el autogol de Mandzukic. Lo que no es anécdota, y menos casualidad, es el trabajo que Francia lleva haciendo desde 1988 en Clairefontaine y el aprovechamiento de la inmigración para el desarrollo de su selección. Tres finales del mundo en 20 años. Como para tomar nota.

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