La modelo reveló que estuvieron juntos por años y luego recayeron innumerables veces. Sepa dónde se reunían y que hacían.
Las viudas de Felipe Camiroaga
por Cristián Farías Ravanal - 06.02.2014 / 16:59
El libro Felipe Camiroaga, La Verdadera Historia (uno de los más vendidos de 2013) revela la extensa, intensa y llamativa vida sentimental de Felipe Camiroaga. El volumen habla de los pactos de silencio que el querido animador fallecido en la tragedia de Juan Fernández establecía con sus parejas. El tema revivió a raíz de que Carlita Ochoa señaló que su pacto con el conductor terminó con el deceso del Halcón de Chicureo. Esto también fue aprovechado por SQP para interrogar a Claudia Schmitd, otra de las numerosas conquistas de Camiroaga.
Schmitd nunca había hablado con tanto detalle de uno de sus amores. Y lo hizo hoy en el espacio de farándula de Chilevisión “por única y última vez”, como aseguró. La uruguaya tuvo una intensa relación secreta con el conductor más querido de Chile, que empezó en los tiempos en que trabajaban en el programa Pase Lo Que Pase, de TVN, y siguió por años. Nunca dejaron de ser amigos y tener sus “remember”, como afirmó Schmitd en el extenso interrogatorio al que fue sometida en SQP y el cual reproducimos a continuación.
¿Ustedes salían juntos a comer a restaurantes?
“Sí, a (Avenida) Alonso de Córdoba, a unos muy buenos restaurantes, en Chicureo. El no iba con lentes, ni con anteojos, ni con un pañuelo, ni con ninguna cosa. Todo fluía. Eran otros tiempos, también. En aquel minuto no había tanto tema de farándula. Uno lo pasaba bien y Felipe nunca te decía absolutamente nada, por lo menos a mí. Era muy libre”.
¿El te pasaba a buscar?
“Sí, él me pasaba a buscar, los conserjes lo veían, nadie soplaba. Subía al departamento o yo iba a Chicureo. Todo era muy normal. El venía en sus buenos autos hasta la puerta de mi casa y después me iba a dejar. A veces yo me quedaba con el halcón en la pieza”.
¿El halcón dormía en la misma pieza?
“Dormía en la pieza… Al halcón le ponían un bozal”.
¿En algún minuto dijeron: ‘Oye, ¿ si nos pillan?’, ‘Oye, los periodistas me están llamando’?
“Nunca. No. Incluso allá en (la calle) Encomenderos, donde estaba el gimnasio, el departamento, porque en aquel minuto no había departamento en el Hotel W, estábamos empezando. (Era) un pequeño departamento, algo sencillo. Pero nunca se habló de eso. Incluso, de repente, lo seguían (aquí Schmitd hace referencia a la sucursal del gimnasio Power House y al edificio donde Camiroaga tenía una oficina y pequeño departamento).
“Los conserjes le avisaban que estaban ahí los autos, dando vueltas en la puerta, que lo seguían, pero él nunca me comentó. En ese tiempo Felipe era bastante relajado con su tema, era cuando todavía usaba los pantalones por acá arriba. Después se puso un poco más moderno, más onda Arjona”. Aquí, ambos en el estelar Novios, Dulce Condena:
¿Lo aconsejabas, como asesora de imagen?
“Yo siempre le decía: ‘cada vez más abajo los pantalones, Felipe ¡por favor!’ ¡Me costaba un mundo! Pero, bueno, era parte de él. Yo creo que él lo usaba como estrategia. Tuve la suerte de conocer a sus hermanos, a su papá, a la gente que estaba con él. La pasé muy bien, me divertí mucho. Y es la última vez que hablaré de una persona que no está en este mundo”.
¿Cuánto tiempo duró la relación?
“Duró harto, porque yo trabajé en el Pase lo Que Pase bastantes años, y después, de repente, recaíamos, tu cachai”.
¿Hay fechas que coinciden con (la amistad) con Krishna Navas?
“No, con la Kishi nunca, porque yo ya sabía de esa historia... Lo sabía por el conserje, porque ellos me contaban. Yo, en realidad, les decía: 'Usted sabe que él es un hombre muy cotizado, yo le paso unas luquitas y usted me dice cuáles son las que entran y salen'. Y ellos ahí me contaba, me decían ‘usted tenga cuidado por acá, tenga cuidado por allá. No la vayan a agarrar en los camarines también y la mechoneen’. Porque ahí aprendí mucho del tema de los mechoneos (aquí, Schmitd hace referencia a las historias que se publicaban sobre un supuesto "mechoneo" entre Krishna Navas y Karen Doggenweiler por Camiroaga)".
¿Cómo se saludaban en los camarines de Pase lo que Pase, de TVN?
“Era una cosa rica”.
¿Francini no existía en esa época?
“No, todavía no”.
¿Qué cosas locas hizo por él?
“Lo único que hice en esa época es que yo no sabía tirarme piqueros. No aprendí mucho, pero me tiraba güatazos (en la piscina de Camiroaga en Chicureo). Me hacía hacer el loco y nos divertíamos con tonteras. Para mí era muy loco tirarme güatazos, él se reía de mí. Era de esos amigos que uno mantiene, que es bueno para la conversa, te dan más ganas de conversar y de reírte que de…” Aquí, otra imagen de la pareja en Pasiones:
¿Cuándo murió la flor?
“La flor no murió. Porque las cosas de repente acaban”.
¿Pololearon?
“No, pero nos veíamos casi todos los fines de semana. Fue harto tiempo, fue muy divertido. Mucha gente lo sabía y todos se hacen los lesos”.
¿Alguna vez Camiroaga le planteó un pacto de silencio?
“Nunca me planteó absolutamente nada, y se terminó cuando cada uno empezó a distanciarse. Nadie puso un término. La cosa fue decantando. Qué sé yo si a mí me gustó otro niño, me fui para otro lado. No sé si en esa época apareció un ‘Matador’ en mi vida, no recuerdo bien –Schmitd aquí hace referencia a su affaire con el futbolista Marcelo Salas-. Pero algo pasó por ahí y yo volé para otro lado”.
¿Tú sabías que él tenía relaciones paralelas?
“Sí. Yo sabía que alguna persona entraba de repente por el departamento. Pero siempre he sido una mujer que le creo a mis hombres, por eso también me han gorreado y no he tenido tanta suerte. Porque me dicen que 'no' y yo le creía.
¿Eran relaciones paralelas o grupales?
“Paralelas. Yo no hago nada grupal, soy muy independiente. Yo le creía, porque como sabía que había sido una historia pasada. Yo decía: ‘bueno, eso se terminó’”.
¿Qué hacían los fines de semana?
“(Se decían) ‘Ya, nos juntamos en el departamento', o 'te paso a buscar a la noche, vamos a comer’. Te llevaba a buenos restaurantes. El pagaba y te prohibía pagar”.
¿Los ‘remember’ eran por parte de quién?
“De cualquiera de los dos, el que tuviera ganas llamaba, así de simple”.
¿Cocinaba?
“El iba a cortarme la lechuga ahí, a la huertita que tenía. La arrancaba, los tomatitos, y hacía ensaladitas. Y teníamos la laguna y caminábamos por el cerro”.
¿La Mona Rita te tiraba el pelo?
“No, nunca me tiró el pelo la mona, nunca me hizo nada. Le caí bien”.
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