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Thursday, February 28, 2019

¿Existe el Planeta X? Nueva evidencia científica prueba presencia de un noveno planeta en el Sistema Solar

¿Existe el Planeta X? Nueva evidencia científica prueba presencia de un noveno planeta en el Sistema Solar



Autor: Europa Press



Aunque nadie ha podido observarlo, su presencia se infiere por la perturbación que sufren en sus órbitas los objetos en el Cinturón de Kuiper, un campo de cuerpos helados que se encuentra más allá de Neptuno.


Cuando se cumplen tres años del anuncio de la hipótesis de un noveno planeta en el Sistema Solar, Mike Brown y Konstantin Batygin, de Caltech, publican nuevos argumentos que avalan este supuesto.
Un par de estudios ofrecen nuevos detalles sobre la sospecha de la naturaleza y la ubicación del planeta, que ha sido objeto de una intensa búsqueda internacional desde el anuncio de Batygin y Brown en 2016.
El primero, titulado “Agrupación orbital en el Sistema Solar distante”, se publicó en The Astronomical Journal el 22 de enero. La hipótesis del Planeta Nueve (o Planeta X) se basa en evidencias que sugieren que la agrupación de objetos en el Cinturón de Kuiper, un campo de cuerpos helados que se encuentra más allá de Neptuno, está influenciada por los tirones gravitacionales de un planeta invisible.
Ha sido objeto de debate si se está produciendo realmente esa agrupación, o si es un artefacto que resulta de sesgos en cómo y dónde se observan los objetos del Cinturón de Kuiper.
Para evaluar si el sesgo de observación está detrás del agrupamiento aparente, Brown y Batygin desarrollaron un método para cuantificar la cantidad de sesgo en cada observación individual y luego calcularon la probabilidad de que el agrupamiento sea falso. Esa probabilidad, encontraron, es de alrededor de uno en 500.
“Aunque este análisis no dice nada directamente acerca de si el Planeta Nueve está ahí, sí indica que la hipótesis descansa sobre una base sólida“, dice Brown en un comunicado.
El segundo artículo se titula “La hipótesis del Planeta Nueve” y es una reseña invitada que se publicará en el próximo número de Physics Reports. El documento proporciona miles de nuevos modelos informáticos de la evolución dinámica del sistema solar distante y ofrece información actualizada sobre la naturaleza del Planeta Nueve, incluida una estimación de que es más pequeño y está más cerca del Sol de lo que se sospechaba anteriormente.
Basados en los nuevos modelos, Batygin y Brown, junto con Fred Adams y Juliette Beckerl, de la Universidad de Michigan, concluyeron que el Planeta Nueve tiene una masa aproximadamente cinco veces mayor que la de la Tierra y tiene un eje orbital semiprincipal en el entorno de las 400 unidades astronómicas (UA), lo que lo hace más pequeño y más cercano al sol de lo que se sospechaba anteriormente, y potencialmente más brillante. Cada unidad astronómica es equivalente a la distancia entre el centro de la Tierra y el centro del sol, o aproximadamente 149,6 millones de kilómetros.
El planeta X a escala con el resto de planetas del Sistema Solar. Foto: Caltech
“En cinco masas terrestres, es probable que el Planeta Nueve recuerde mucho a una súper-Tierra extrasolar típica”, dice Batygin, profesor asistente de ciencia planetaria y Van Nuys Page Scholar. Las Súper-Tierras son planetas con una masa mayor que la de la Tierra, pero sustancialmente menos que la de un gigante gaseoso.
Es el eslabón perdido de la formación de planetas en el Sistema Solar. Durante la última década, los estudios de planetas extrasolares han revelado que planetas de tamaño similar son muy comunes alrededor de otras estrellas similares al Sol. El Planeta Nueve será lo más cercano que encontraremos a una ventana a las propiedades de un planeta típico de nuestra galaxia”, señala.
Batygin y Brown presentaron la primera evidencia de que podría haber un planeta gigante trazando una órbita extraña y altamente alargada a través del Sistema Solar exterior el 20 de enero de 2016. En junio, Brown y Batygin siguieron con más detalles, incluidas las limitaciones de observación en la ubicación del planeta a lo largo de su órbita.
Durante los siguientes dos años, desarrollaron modelos teóricos del planeta que explicaban otros fenómenos conocidos, como por ejemplo, por qué algunos objetos del Cinturón de Kuiper tienen una órbita perpendicular con respecto al plano del Sistema Solar. Los modelos resultantes aumentaron su confianza en la existencia del Planeta X.
Después del anuncio inicial, astrónomos de todo el mundo, incluidos Brown y Batygin, comenzaron a buscar evidencias de observación del nuevo planeta. Aunque Brown y Batygin siempre han aceptado la posibilidad de que el Planeta Nueve no exista, dicen que cuanto más examinan la dinámica orbital del Sistema Solar, más sólida es la evidencia que lo respalda.
“Mi característica favorita de la hipótesis del Planeta Nueve es que es observable,” dice Batygin. “La posibilidad de que un día veamos imágenes reales del Planeta Nueve es absolutamente electrizante. Aunque encontrar este planeta es un gran desafío, soy muy optimista de que lo veremos en la próxima década”.

El homenaje de la Nasa a una de las mujeres pioneras en la carrera espacial

Katherine Johnson (100) tuvo un papel fundamental en el desarrollo de las primeras misiones espaciales que realizó Estados Unidos.


La Agencia norteamericana del Aire y Espacio (Nasa) rebautizó su Centro de Verificación y Validación, en Virginia Occidental. Ahora, el edificio llevará el nombre de Katherine Johnson en su honor. Ella, fue una de las matemáticas responsable de realizar importantes expediciones de la agencia, en la que incluye la titánica tarea de la primera llegada del hombre a la Luna, en 1969.
Trabajó como “computadora“, no como una máquina como la conocemos hoy en día, sino como una persona que computa números, que realiza cálculos. La pasión de Katherine por los números, y una sagacidad envidiable, permitió que entrara a la universidad con sólo 14 años.
A sus 18 ya se había graduado en Matemática y Francés en la Universidad de West Virginia. Comenzó a trabajar desde una temprana edad como profesora en un colegio de la misma ciudad. Pero en 1953, cuando quedó seleccionada para unirse al Área de Controles Navales Espaciales, de la entonces Naca, el Comité Asesor Nacional para la Aeronáutica de Estados Unidos que antecedió a la Nasa.
Una de sus mayores contribuciones a la exploración espacial incluyó hacer cálculos esenciales que ayudaron a sincronizar el Lunar Lander del Proyecto Apollo, con el Módulo de Comando y Servicio en órbita lunar. También trabajó en el transbordador espacial y en el satélite de recursos terrestres.

Trayectoria

El lanzamiento del satélite soviético Sputnik, en 1957, cambió la historia y la vida de Katherine Johnson. Ese año, la matemática proporcionó alguno de los cálculos sobre tecnología espacial. En 1960, ella y el ingeniero Ted Skopinski fueron los coautores de la determinación del Ángulo de Acimut, esfuerzo para colocar un satélite sobre una posición terrestre seleccionada. Fue, además, la primera vez que una mujer en la División de Investigación de Vuelo recibió crédito como autora de un informe de investigación.
En 1962, cuando la Nasa se preparó para la misión orbital de John Glenn, se le pidió a Johnson que realizara el trabajo por el que sería más conocida. La complejidad del vuelo orbital había requerido la construcción de una red de comunicaciones mundial, que vinculara a las estaciones de seguimiento de todo el mundo a las computadoras de IBM en Washington, Cabo Cañaveral y Bermudas.
Las computadoras habían sido programadas con las ecuaciones orbitales que controlarían la trayectoria de la cápsula en la misión de Glenn. Pero los astronautas desconfiaban de poner sus vidas al cuidado de las máquinas de cálculo electrónicas, que eran propensas a fallar. Como parte de la lista de verificación previa, Glenn le pidió a los ingenieros que “consiguieran a la niña”, Katherine Johnson, que repasara los mismos números a través de las mismas ecuaciones que habían sido programadas en la computadora, pero a mano, en su máquina de cálculo mecánico de escritorio. “Si ella dice que están bien”, recordó Johnson más tarde, “entonces estoy listo para partir”. El vuelo de Glenn fue un éxito y marcó un punto de inflexión en la competencia entre Estados Unidos y la Unión Soviética en el espacio.

Reconocimiento

“Es un honor que las instalaciones primarias del Programa IV&V de la Nasa ahora lleven el nombre de Katherine Johnson”, dijo el director del complejo rebautizado, Gregory Blaney, en un comunicado. “Es una forma de que reconozcamos la carrera y las contribuciones de Katherine durante todos los días, todos los años”.
Johnson se retiró en 1986, después de trabajar en la Nasa y en el Comité Nacional Asesor de Aeronáutica durante más de tres décadas. En 2015, cuando tenía 97 años, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, le otorgó el más alto honor civil de los Estados Unidos, la Medalla Presidencial de la Libertad.


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