Cesc Fabregas came off the bench to make his Barcelona debut, but it was a familiar figure who inspired Barcelona to a thrilling yet bad-tempered Spanish Super Cup victory over Real Madrid at the Nou Camp on Wednesday.
Lionel Messi made one and scored two, including the winner two minutes from time, as the Catalans claimed a 5-4 aggregate win.
With the scores level at 2-2 from the first leg last week, the Argentinian set up Andres Iniesta for the opener only for Cristiano Ronaldo to equalise five minutes later. Messi himself restored Barcelona's lead, but Karim Benzema brought the visitors level eight minutes from time as Madrid made their pressure pay.
Fabregas came on moments later for his first appearance for the club he left as a 16-year-old following his return from Arsenal.
The match looked headed for extra time until Messi volleyed a late winner before Marcelo's sending off for a reckless scissor tackle on Fabregas sparked an injury-time brawl in which Mesut Ozil and David Villa, both of whom had already been substituted, were shown red cards, and Madrid boss Jose Mourinho appeared to tweak the ear of one of the Barcelona staff.
But if the game ended in ugly scenes, it started with one of beauty as Barcelona went ahead in the 15th minute with a goal of simplicity and brilliance. Messi escaped his marked in midfielder for long enough to slide a perfectly-weighted through-ball into the path of Iniesta, who waited for goalkeeper Iker Casillas to go to ground and coolly dinked the ball over him.
Madrid levelled five minutes later when Ronaldo diverted Benzema's deflected low cross into the net, despite claims of offside.
Casillas then turned over Pedro's goalbound curler from the edge of the area before opposite number Victor Valdes kept out a fierce Ronaldo strike. Messi had a sight of goal when he burst through the middle but, under pressure, his shot was weak and Casillas saved with his legs.
Madrid could not contain the Argentina forward, though, and on the stroke of half-time he seized on Gerard Pique's backheel and clipped a finish into the far corner.
Blaugrana in control
The hosts continued to threaten after the break, Messi's chipped free-kick picking out Villa, but the Spain striker could not direct a difficult header on target. Iniesta then laid the ball off to Messi, who burst into the area down the outside of the Madrid defence before his low shot was pushed away at the near post by Casillas.
Madrid were lucky to have 11 players still on the pitch with Pepe committing foul after foul, but Sergio Ramos should have brought them level only to send a free header wide.
Benzema levelled in the 82nd minute when Barcelona failed to clear a poor Kaka corner and the France striker scrambled the ball home.
Fabregas came on for Pedro moments later to make his debut following his long-awaited homecoming and was able to celebrate a Barcelona winner in the 88th minute. Messi played a one-two with Adriano, playing the Brazilian in down the right and then stretching to volley his low cross inside the near post as he burst into the area.
The Argentinian was denied a hat-trick by the feet of Casillas before Marcelo was deservedly sent off for an unnecessary and dangerous tackle on Fabregas.
The incident provoked a heated confrontation between both sets of players and their benches, which saw Ozil and Villa, both taken off in the second half, also shown red cards. Mourinho also got involved, appearing to tweak the ear of one of the Barcelona staff and smiling as he walked away, but it was Barcelona who had the last laugh.
Lionel Messi sí que es único
El Madrid no puede con el argentino, el mayor castigo de su historia y artífice del triunfo del Barcelona en una Supercopa intensa
No hay Madrid que por ahora pueda con Messi, el mayor castigo de su historia. Ni siquiera cuando el equipo de Mourinho se aplica como nunca y el Barça aún tiene agujetas. Él, Messi, sí que es único, especial. Con el argentino al frente, el equipo azulgrana no tiene calambres y el Madrid, de una manera u otra, se camufle con un juego recortado o acepte el duelo con firmeza, acaba por sucumbir y se repliega a sus cuarteles tan ofuscado como fuera de sí, a la gresca con quien se mueva. Le ocurrió en la Supercopa, algo más que un trofeo veraniego. No hay debate entre este Barça y este Madrid que resulte intemporal. Cada reto esgrimista entre ambos parece el apocalipsis. Los azulgrana, por más que se aproxime su rival, llevan ventaja. Entre ellos nada es un asunto menor. El Madrid no regatea esfuerzos, pero este Barça es tan glorioso que, en el umbral de su cuarta temporada, Pep Guardiola ya es el técnico más laureado de la historia culé (11 títulos por 10 de Johan Cruyff). Fue su noche, la de Messi, la de Cesc y la de todo el barcelonismo. El Madrid todavía debe esperar.
Fútbol de otro planeta
"No esperaba la victoria"
EL REPORTE
BARÇA, 3; R. MADRID 2
Barcelona: Valdés; Alves, Piqué, Mascherano, Abidal, Sergio Busquets (Keita, min.85), Xavi, Iniesta, Pedro (Cesc, min.82), Villa (Adriano, min.73) y Messi.
Real Madrid: Casillas; Ramos, Pepe, Carvalho, Coentrao, Xabi Alonso, Khedira (Marcelo, min.45), Di Maria (Higuaín, min.63), Özil (Kaka, min.78), Cristiano Ronaldo y Benzema.
Goles: 1-0: Iniesta, min.15. 1-1: Cristiano Ronaldo, min.20. 2-1: Messi, min.45. 2-2: Benzema, min.81. 3-2: Messi, min.88.
Árbitro: Fernández Borbalán (Comité Andaluz) Mostró tarjeta amarilla a Khedira (min.28), Xavi (min.42), Mascherano (min.54), Cristiano Ronaldo (min.54), Pepe (min.62), Sergio Ramos (min.76), Coentrao (min.85) y roja directa a Marcelo (min.90+4), Ozil (90+5) y Villa (min.90+5).
Asistencia: 92.965 espectadores en el Camp Nou.
El equipo madridista ha avanzado en su caza del Barça. Desde el 5-0 del pasado noviembre, no hay equipo que le incomode más que cuando Mourinho suelta el ancla y ordena al grupo encapsular al adversario en la periferia de Valdés. El fútbol del Barca es tan exclusivo que empieza en el portero. Ni él tiene derecho a maltratar la pelota. Advertida la hoja de ruta, el conjunto blanco se entrega a la causa con abnegación, con disciplina castrense. No hay mejor vía conocida para acercarse a este Barça imperial y todos sus chicos lo han metabolizado. Sin embargo, el Madrid no hace cumbre, tanto por ser víctima de su tendencia al arrebato desde el calentamiento como por los múltiples registros que se guardan los azulgrana en la chistera.
Respecto a lo primero, hubo pistas desde el silbato inaugural. El Madrid marca tanto al árbitro como lo hace su técnico al auxiliar desde su banqueta. No hay jugada, por absurda e intrascendente que sea, que no reclamen como legionarios. Los jugadores forman parte de la nomenclatura del mourinhismo y nadie discute la conveniencia de semejante grado de excitación. Es un desgaste mental que provoca que, hasta en sus mejores momentos, en su plenitud durante el juego, se produzcan interferencias nada propicias para el juego de los blancos. Un ejemplo cualquiera: ahí estaba Ramos, apenas a los cinco minutos, desmelenado porque Villa no tomaba la distancia reglamentaria en una falta laterla. Y a su sombra, en el perímetro de los entrenadores, Mou, desquiciado.
Al margen de su obcecación con las peladuras de un partido, el Madrid también pagó la excelencia azulgrana. No es que el Barça, aún embrionario a estas alturas, se desplegara como el orfeón que suele ser. Pero, como ya hiciera en Chamartín, tiene respuestas individuales para maquillar sus atrofias puntuales. Arrestado en su campo desde el inicio, de repente, por primera vez, irrumpió Messi, que es mucho más que un azote en el área rival. Messi es lo que quiera y hasta puede ser Xavi y hacer que a su alrededor el juego gire como un reloj. Así adivinó el tiralíneas de Iniesta, que le suplantó por el carril del ariete y definió ante Casillas como un ángel. De repente, una vez más, como ya ocurriera en la ida, el mejor, el Madrid hasta entonces, estaba en desventaja. Un guiño de Messi a Iniesta y el equipo de Mourinho, tan aplicado como estaba en asfixiar al Barça en su propio campo, otra vez a remolque.
Ante el asombro madridista, apareció Cristiano, que rebañó la pelota tras un saque de esquina y dio sosiego a los suyos. El propio delantero luso exigió de nuevo los mejor de Valdés unos minutos después, como en un suspiro haría Özil. El Barça no encontraba la salida. Tocar el violín, como acostumbra, requiere chispa y, por ahora, el depósito está justo, muy justo. Lo contrario que el de su gran rival, que tiene otra cruzada en las entrañas.
Con el viento a favor, al Madrid le faltó finura, ese punto de frialdad que tanto distingue al Barça, por ejemplo. Demasiado impulsivo, el grupo visitante no supo buscar las cosquillas de su contrario. Al límite, en lo físico y en lo mental, no encuentra la pausa necesaria. Le sobra potencial futbolístico, pero se despliega ante el Barça con más amargura que sutileza. Enredado en la ofuscación, no fue capaz de sacar provecho de su gobierno. Y otro solo de los azulgrana se lo hizo pagar. A este equipo le sobran romanceros. Así que un central como Piqué es capaz de asistir de tacón a un colega en el área del adversario. El arte de lo imprevisto. Deslumbrante. No para Messi, que la vio venir y desabrochó a Casillas.
Mourinho, visto el accidente, cambió el mecano. En el descanso dio carrete a Marcelo en detrimento de Khedira. Una fórmula para mantener a Coentrão, titular ayer, en el campo. Entonces, como mediocentro, porque al portugués, el fichaje más caro del Madrid, se le busca acomodo. En el Camp Nou, igual de irrelevante fue en los puestos que ocupó. Con los cambios, el encuentro se trabó. Espeso el Barça, al Madrid, hipertenso, le costaba esponjar el juego. Hasta que del devenir laberíntico del choque sacó partido Benzema con un gol sintomático, fruto de una cadena de rebotes, justamente como estaba por entonces el duelo, sin nadie que tirara de las riendas.
El empate de Benzema dio paso de inmediato a la presentación de Cesc y a la irrupción de Keita. Desenchufado el equipo, retirados Pedro y Villa, Guardiola optó por estirar la manta en el centro del campo a costa de reducir el ataque a Messi. El Barça de hoy va en reserva. Pero le queda Messi, que en el primer gol con Cesc por el medio despachó a última hora al Madrid, de nuevo frustrado. Lo simbolizó Ramos, fuera de sí a última hora tras el 5-0, y anoche Marcelo, que arremetió con saña contra Cesc en el instante final, lo que originó una bronca en la que se vio involucrado hasta Mourinho. Más pólvora para esta riña con un guion clásico: gana el Barça y se enfurece el Madrid.
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