Juegos Olimpicos Londres 2012
Es luchador y fue guardaespaldas, pero Andrés Ayub, de 30 años, 123 kilos y más de 1,90 metro de estatura, nunca ha pegado un combo en su vida. Es un tipo callado, incluso tímido. “Hay mucha gente que te ve grande y te busca pelea, pero por lo general no pesco”, cuenta el enorme deportista. Hasta la fecha, sólo ha habido una excepción a ese comportamiento pacífico. Ocurrió en un bar, donde por una vez perdió esa inagotable paciencia. “Un rapero me estuvo ‘dando jugo’ toda la noche, mientras yo estaba con mis amigos. Le tiré un manotazo y quedó nocaut. No molestó más”, relata.
Ayub aprendió sobre la colchoneta que debía estar consciente de su fuerza. Fue descubierto por el luchador Jorge Gatica, quien fue su profesor de educación física en el Colegio Dalcahue. Inmediatamente, le vio condiciones por su fortaleza, esa que en octavo básico le permitió ganarle un “gallito” a un alumno de cuarto medio. El entrenamiento rápidamente le trajo resultados en la categoría cadete y, posteriormente, como adulto, como en 2004 y 2005, cuando ganó bronce en los Panamericanos específicos. El único problema era que no podía crecer como deportista en un país en el cual no tenía (y aún no tiene) rivales de su peso. Al respecto opina Jorge Ascui, su entrenador por más de cinco años: “Le vimos muchas condiciones para la categoría grecorromana de 120 kilos y lo fuimos llevando hacia allá, pero en Chile no hay otro de su envergadura, así es que se veía obligado a luchar con tipos más chicos que él”. Deportivamente, Ayub estaba solo.
A este problema se fueron sumando las irregularidades de la antigua Federación de Lucha Olímpica, que lo fue postergando en beneficio de otros exponentes con menores condiciones. “No me pescaban, así que me aburrí, porque a los eventos importantes siempre llevaban a los mismos”, dice Ayub, quien optó por el retiro en 2007, aunque quería seguir.
Desde poco antes de su retiro probó suerte como guardaespaldas, aprovechando su contextura física. Estuvo junto a Luis Miguel, Daddy Yankee y otro reggaetonero, Arcángel, con quien cometió el error más grave de su carrera. “Vi a un tipo vestido así como flaite subiéndose al escenario, lo agarré por la espalda y le pegué un tirón para sacarlo. Era el propio Arcángel. Por suerte, era buena onda y se lo tomó a modo de broma”, revela.
Cuando se aburrió de las exigencias de los artistas y la mala paga, empezó a ejercer de profesor de educación física en el colegio Dunalastair. Se aburrió rápidamente. “Tengo paciencia, pero no tanta como para los niños. No obedecían y se me escapaban”, señala. Hace dos años, comenzó a trabajar de preparador físico en el gimnasio O2, donde encontró su lugar ideal para ejercer. Igualmente, sentía que algo le faltaba y constantemente le preguntaba a Ascui si existían posibilidades de volver a la lucha olímpica.
Con el cambio de dirigentes en la federación, Ayub decidió volver el año pasado. “Tenía cosas pendientes en la lucha”, afirma Ascui. Se preparó ocho meses y consiguió plata y el cupo en el Preolímpico de Orlando, logro que lo convirtió en el primer chileno que clasifica a unos Juegos Olímpicos en esta disciplina. “Si no hubiera estado inactivo durante esos dos años, quizás ahora estaría aspirando a una medalla en Londres”, se lamenta el gigante, buscando recuperar el tiempo perdido.
Andrés Ayub: tiene 30 años. Comenzó a practicar lucha grecorromana cuando cursaba la educación básica en el colegio Dalcahue. Ganó medallas en Panamericanos específicos en 2004 y 2005. Estuvo retirado dos años y regresó en 2010 para ganar plata en el Preolímpico de Orlando disputado en febrero. Esa presea lo convirtió en el primer luchador chileno en clasificar a unos JJ.OO.
Ayub aprendió sobre la colchoneta que debía estar consciente de su fuerza. Fue descubierto por el luchador Jorge Gatica, quien fue su profesor de educación física en el Colegio Dalcahue. Inmediatamente, le vio condiciones por su fortaleza, esa que en octavo básico le permitió ganarle un “gallito” a un alumno de cuarto medio. El entrenamiento rápidamente le trajo resultados en la categoría cadete y, posteriormente, como adulto, como en 2004 y 2005, cuando ganó bronce en los Panamericanos específicos. El único problema era que no podía crecer como deportista en un país en el cual no tenía (y aún no tiene) rivales de su peso. Al respecto opina Jorge Ascui, su entrenador por más de cinco años: “Le vimos muchas condiciones para la categoría grecorromana de 120 kilos y lo fuimos llevando hacia allá, pero en Chile no hay otro de su envergadura, así es que se veía obligado a luchar con tipos más chicos que él”. Deportivamente, Ayub estaba solo.
A este problema se fueron sumando las irregularidades de la antigua Federación de Lucha Olímpica, que lo fue postergando en beneficio de otros exponentes con menores condiciones. “No me pescaban, así que me aburrí, porque a los eventos importantes siempre llevaban a los mismos”, dice Ayub, quien optó por el retiro en 2007, aunque quería seguir.
Desde poco antes de su retiro probó suerte como guardaespaldas, aprovechando su contextura física. Estuvo junto a Luis Miguel, Daddy Yankee y otro reggaetonero, Arcángel, con quien cometió el error más grave de su carrera. “Vi a un tipo vestido así como flaite subiéndose al escenario, lo agarré por la espalda y le pegué un tirón para sacarlo. Era el propio Arcángel. Por suerte, era buena onda y se lo tomó a modo de broma”, revela.
Cuando se aburrió de las exigencias de los artistas y la mala paga, empezó a ejercer de profesor de educación física en el colegio Dunalastair. Se aburrió rápidamente. “Tengo paciencia, pero no tanta como para los niños. No obedecían y se me escapaban”, señala. Hace dos años, comenzó a trabajar de preparador físico en el gimnasio O2, donde encontró su lugar ideal para ejercer. Igualmente, sentía que algo le faltaba y constantemente le preguntaba a Ascui si existían posibilidades de volver a la lucha olímpica.
Con el cambio de dirigentes en la federación, Ayub decidió volver el año pasado. “Tenía cosas pendientes en la lucha”, afirma Ascui. Se preparó ocho meses y consiguió plata y el cupo en el Preolímpico de Orlando, logro que lo convirtió en el primer chileno que clasifica a unos Juegos Olímpicos en esta disciplina. “Si no hubiera estado inactivo durante esos dos años, quizás ahora estaría aspirando a una medalla en Londres”, se lamenta el gigante, buscando recuperar el tiempo perdido.
PERSONAJE
Andrés Ayub: tiene 30 años. Comenzó a practicar lucha grecorromana cuando cursaba la educación básica en el colegio Dalcahue. Ganó medallas en Panamericanos específicos en 2004 y 2005. Estuvo retirado dos años y regresó en 2010 para ganar plata en el Preolímpico de Orlando disputado en febrero. Esa presea lo convirtió en el primer luchador chileno en clasificar a unos JJ.OO.
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