Germany have advanced to the FIFA World Cup™ Final with a sensational 7-1 drubbing of Brazil at the Estadio Mineirao in Belo Horizonte. The brilliance of Joachim Low's side was matched only by the ineptitude of the hosts, who suffered their heaviest-ever defeat and became the first team to concede seven in a knockout match at the world finals.
Most of the pre-match coverage had focused on the impact of Neymar's absence but, once the game got underway, it was clear that Thiago Silva - Brazil's captain and defensive rock - was the man they would miss most. Without him, A Seleção's defending was shambolic, with Germany seemingly able to slice their way through at will.
The tone was set by the opening goal after just 11 minutes, when Thomas Muller was allowed to steal in completely unmarked to casually volley home from Toni Kroos's outswinging corner. But there was no lesson learned. The hosts' defence continued to afford Germany's forwards the freedom of the penalty area, and it was no surprise when they were ruthlessly punished again 12 minutes later.
Salt was rubbed in Brazilian wounds by the identity of the goalscorer, with Miroslav Klose not only doubling the Germans' lead, but taking his World Cup tally to 16 to surpass Seleção legend Ronaldo as the tournament's record scorer. Again, the marking was non-existent, with the Lazio striker allowed two shots from close range, the first of which was blocked by Julio Cesar, with the second slotted routinely inside the right-hand post.
It was the spark for an incredible six-minute period, during which the Brazilian net bulged four times. Next up, with the pick of Germany's goals, was Kroos, who crashed in a first-time left-foot shot from the edge of the area after Muller had mis-kicked from Philipp Lahm's low cross. The Bayern Munich midfielder was impressive throughout and, a minute later, he made it 3-0 with another goal that owed much to Brazil's hesitant defending.
The guilty man on this occasion was Fernandinho, who allowed himself to be robbed by Kroos midway inside his own half and could only watch as the Germany No18 exchanged passes with Sami Khedira before passing into the net with Julio Cesar stranded. Even at this early stage, it was clear that the game was over as a contest, but though the Mineirao crowd was stunned, there was much, much worse to follow.
Germany's fifth goal was a near carbon copy of their fourth, though with Khedira the finisher rather then the supplier, side-footing home confidently from Mesut Ozil's pass. Brazil had not conceded five goals in a World Cup match since 1938, and while they won on that occasion - beating Poland 6-5 - there was never any chance of a comeback here.
Indeed, it took until the second half for Scolari's side to provide any kind of response, and even then they found Manuel Neuer in imposing form. The Germany keeper has been one of the players of the tournament and he again shone, first in blocking Oscar's outside-of-the-foot shot and then in pulling off a fantastic double save from substitute Paulinho when a goal seemed certain.
As it was, when the net next bulged, it was a German replacement who was celebrating. Again, the ease with which the Europeans scored was staggering, with Lahm given time and space to pick out Andre Schurrle for the most straightforward of close-range finishes. And Germany weren't finished yet, with Schurrle again finding acres of space to control and volley left-footed off the underside of the bar, completing the hosts' suffering. Oscar did score a fine last-minute goal, evading Jerome Boateng before shooting high beyond Neuer, but to describe it as a consolation would be stretching the truth.
It was merely the final act of a match that will be forever remembered by all who witnessed it, and which leaves Brazil to wallow in misery and Germany to plan a Maracana meeting with Argentina or the Netherlands.


Humillación total

Con una actuación brillante, que quedará para los libros de historia, Alemania goleó a Brasil por 7-1 en Belo Horizonte y se instaló en la definición del próximo domingo en el Maracaná.

enviado especial a Belo Horizonte

Humillación total


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Una tarde para el recuerdo abrió el capítulo más glorioso de la historia de la selección alemana y de pasó dejó una herida profunda, en el corazón de Brasil. Aún más dolorosa que incluso el propio Maracanazo de 1950. Lo ocurrido en el Mineirao de Belo Horizonte sirvió para instalar definitivamente a la máquina germana en el olimpo futbolístico y sentenciar la pena de muerte de un rústico y alicaído Scratch de Luiz Felipe Scolari.
El humillante 7-1 con que Alemania se deshizo de los pentacampeones quedará en la historia del fútbol. No sólo por lo grandilocuente del marcador. Si no porque se construyó bajo los pilares del fútbol brasileño de siempre. Es decir, con toque de balón, circulación veloz, desdoblamiento de los laterales, aparición por sorpresa de los volantes centrales. Todo lo que históricamente hizo famoso al Scratch, ahora lo padeció en carne propia.
La escuadra de Joachim Löw, que todos estos años vivió a la sombra de los éxitos de España, minimizó hasta el rídiculo al tosco y rocoso equipo de Scolari. La denominada generación dorada del fútbol germano, encabezada por Hummel, Neuer, Boateng, Khedira y Klose, aquella que se consagró campeona Sub 21 en Suecia dándole una paliza a Inglaterra en la final por 4-0, le pasó como una aplanadora a Brasil, sin que hubiese respuesta alguna.
En apenas 45 minutos, Alemania destrozó la historia, hizo pedazos a Brasil y le entregó un mensaje al mundo fútbolístico: de no mediar nada extraño, se está en presencia de una dictadura germana. Lo que se vio no fue casualidad. Ni fue el azar de 90 minutos brillantes.
Todos los éxitos a nivel de clubes que tuvieron los equipos de la Bundesliga en los últimos años, con el Bayern Munich y Borussia Dortmund como principales banderas, finalmente se traspasaron a su selección. La caída en la final de la Eurocopa 2008 y en la semifinal de Sudáfrica 2010, ambas ante España, sólo postergaron un desembarco que se apreciaba desde el cambio de mentalidad que se produjo en el fútbol germano a principios de este siglo.
Desde la preparación de sus entrenadores hasta la búsqueda de talentos por sobre atletas fuertes, determinó esta nueva raza de futbolistas alemanes, que en la cancha parecen brasileños, pero con la mentalidad germana. Sólo así se explica que nunca sacaran el pie del acelerador pese a que en el descanso el duelo ya estaba liquidado.
Lo que se presumía un partido apretado, de fuerzas parejas, duró exactamente lo que tardó Alemania en abrir la cuenta. Ahí se terminó el encuentro como expresión de lucha. Y se dio inicio al asalto germano. Brasil, rendido desde que se conoció la gravedad de la lesión de Neymar, mostró la mandera blanca con el segundo tanto, obre de Klose, que paradójicamente quedó como el máximo artillero de los mundiales, desplazando a Ronaldo, justamente ante el Scratch.
Lo que vino después solamente fue una sinfonía germana. Fútbol total, dirían los más experimentados, recordando a la famosa Naranja Mecánica creada por Rinus Michels a principio de los setenta. O de la fantástica Hungría, que no pudo ser campeón en 1954 precisamente ante Alemania, en lo que se conoció como el Milagro de Berna. Todo lo que hizo grande a los verdeamarillos en su rica historia, les cayó encima como una bofetada de talento y goles.
Brasil, de brazos caídos, recibía cada anotación germana como un golpe en el corazón. Y sus hinchas, preparados para una fiesta, vivían lo que sus antepasados padecieron en aquella jornada de Río de Janeiro de 1950. Sin anestesia, Alemania clavaba sus estocadas, haciendo aún más grande el dolor local.
Los "ole" que bajaban desde las tribunas del propio público brasileño en favor del alemán, sirvieron de corolario para una jornada histórica. El aplauso final de pie, también. Así como hace 64 años, cuando el país quedó de rodillas tras el 'Maracanazo', esta vez la humillación lo dejó por el piso. La máquina perfecta de Löw escribió la página más gloriosa del fútbol alemán a costa de uno de los peores Scratch que se recuerden. Nada será lo mismo a partir de ahora.