Autor: Denís Fernández
Jue 28 Jun 2018 | 12:01 pm
Con derrota ante la eliminada Polonia y con un bochornoso final de partido en el que nadie quiso jugar al fútbol, la selección nipona obtuvo su boleto para octavos de final como segunda de grupo
Japón sufrió ante la eliminada Polonia su primera derrota en el Mundial (0-1) pero consiguió sellar de todos modos su pasaje a octavos de final de una Copa del Mundo por tercera vez en su historia gracias al triunfo de Colombia ante Senegal y a su menor número de tarjetas amarillas acumuladas comparativamente con el combinado africano.
Entre la depresión de la eliminada escuadra polaca y la incomprensible suficiencia nipona, fue el tedio el gran protagonista de la primera parte del duelo entre asiáticos y europeos. Sorprendió, y mucho, el seleccionador japonés Akira Nishino realizando experimentos en su formación inicial precisamente en el día en el que su equipo se jugaba la vida. A la ausencia en el once de su jugador más mediático, Kagawa, por decisión técnica, se sumaron las suplencias del apercibido Inui y del delantero Osako, la base del tridente ofensivo que había catapultado a los nipones a la cima del Grupo H en los dos encuentros anteriores.
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Reaccionó entonces el técnico japonés tratando de solucionar su propio entuerto enviando a la cancha a Osako e Inui en busca de soluciones ofensivas. Pero la que mejoró fue Polonia y Lewandowski (una de las grandes decepciones del Mundial) perdonó a la contra el 0-2.
En desventaja en el marcador, pero clasificando a octavos gracias al gol de Colombia en el Cosmos Arena y a su ventaja sobre Senegal en el apartado del fair play , a Japón comenzaron a temblarle las piernas y Polonia se volcó sobre la meta nipona buscando certificar su triunfo de la honra en la Copa del Mundo. La selección del sol naciente, demasiado replegada, jugó con fuego durante el cuarto de hora final, confiando en Colombia y en el pasaje a octavos que le entregaba el juego limpio, aún a sabiendas de que un tanto senegalés los enviaba directamente para la casa. No sucedió y en un tiempo de adición absolutamente infame en el que no pasó absolutamente nada porque nadie quería, los Samuráis Azules terminaron sellando su billete a octavos de final sin fútbol ni brillo.
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