Autor: Christian González
Jue 14 Jun 2018 | 12:55 pm
El ex técnico de la Roja se estrenó con una dura derrota de Arabia Saudita.
Juan Antonio Pizzi fue al Mundial. No con Chile, como era su obligación original. Después de la eliminación de la Roja, fue Arabia Saudita la que confió en el ex técnico de la Selección para guiarlos en Rusia 2018. Apenas se supo, se desató un intenso debate respecto de la validez de su decisión. Al margen de ella, lo concreto es que el santafesino no verá el evento por televisión. Es uno de sus protagonistas, por más que en el debut haya terminado lamentando el 5-0 que le endosó el anfitrión, Rusia.
En esa condición, Macanudo vivió el estreno con intensidad. Casi siempre al borde de la cancha, intentando mantener el orden en un equipo que tiene muy poco como para involucrarse en la discusión. Incluso cuando por accidente le llegó un balón, se remontó a sus tiempos como futbolista y lo sacó de la cancha con el pie derecho.
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Después del partido, se mostró enojado. Sobre todo después de que le preguntaron si seguiría en el cargo después de la derrota inicial. “Buscamos sacarnos esta sensación de vergüenza que tenemos todos y empezar a pensar en el próximo partido”, sostuvo. Pese a la abultada caída, intentó rescatar algo. “Vi una evolución desde que estamos trabajando con este equipo. No puedo tomar como referencia el partido de hoy. No hemos estado ni siquiera cerca de lo que queremos hacer. Hemos visto aspectos que tienen que ser mejorados. La cercanía del próximo partido, nos hace retomar ese optimismo”, agregó.
Y luego intentó mantener un dosis de optimismo. “Tengo una filosofía: hacerlo lo mejor posible, transmitirlo de la mejor manera posible. Decisiones que no están en mis manos son eso. Confío en lo que hemos hecho hasta ahora, en los futbolistas y en que vamos a tener un mejor performance en el próximo partido”, cerró.
Rusia se da el primer gusto grande
Autor: Cristián Caamaño
Jue 14 Jun 2018 | 12:55 pm
El seleccionado local se deshizo fácilmente de Arabia Saudita por 5-0 en el estreno mundialista. Juan Antonio Pizzi le tocó sufrir al borde de la cancha con la actuación de los asiáticos.
Los antecedentes del partido inaugural de la Copa del Mundo eran devastadores. Por lo pronto, jamás se habían enfrentado en el estreno dos selecciones con tan bajo ranking FIFA. Rusia (70) y Arabia Saudita (67) llegaban además con resultados previos calamitosos. De hecho, los dueños de casa no ganaron ninguno de los últimos siete encuentros de preparación. Es decir, en el papel, era una invitación al bostezo. Sin embargo, más allá de que la calidad no sobró ni menos la aparición de alguna figura esperanzadora para el futuro, el choque que abrió el Mundial no reprobó. Y por el bien del desarrollo de la fiesta, el seleccionado local se dio el gusto de sumar los tres primeros puntos, para alimentar el sueño de avanzar a los octavos de final.
Rusia se deshizo cómodamente de Arabia Saudita por 5-0, desnudando toda la inocencia del combinado dirigido por Juan Antonio Pizzi, que engalanado con un traje gris y llamativos anteojos, se hacía presente en una fiesta a la cual no había podido clasificar en cancha con Chile. Los locales, sin hacer un gran partido, demostraron contundencia en el primer tiempo y pragmatismo en el complemento, para cerrar el primer acto de la Copa. Los goles de Gazinsky (12′) y Cheryshev (43′) fueron suficientes para romper la débil resistencia de los asiáticos en el primer tiempo. Luego, Dzyuba (71′), el propio Cheryshev (90+1′) y Golovin (90+3) estructurarían el marcador final, para que la fiesta rusa fuese completa. Qué mejor que hacerlo con una goleada.
Más allá de todos los problemas que traía en la previa, Rusia no se amedrentó por tener que salir a escena con la presión del dueño de casa. Al contrario, asumió el protagonismo ante un equipo que demostró que es un serio candidato a ser uno de los peores del Mundial. Una imagen que ni siquiera Pizzi podrá modificar de acuerdo a lo que mostró el equipo en la cancha del Luzhniki Stadium. Y aquello se los enrostró el seleccionado local con un poder de fuego interesante, pese a la lesión que sufrió temprano su estrella en ataque, Dzagoev, quien debió abandonar el partido por una lesión muscular.
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Así, mientras Arabia Saudita intentaba sobrevivir como podía, Rusia sumaba confianza a medida que avanzaba el partido. Y los goles fueron apareciendo en la medida que los problemas defensivos de los asiáticos se manifestaban. El segundo, obra de Cherysev, nació de una grueso error en el fondo, más allá de que la exquisita definición del reemplazante de Dzagoev, quedará seguramente en los resúmenes del torneo. Por lo pronto, el hombre del Villarreal se convirtió en el primer sustituto en la historia de los Mundiales en convertir un gol en el partido inaugural en los primeros 45 minutos.
Hecha la tarea en el lapso inicial, Rusia se dedicó a manejar el partido en el segundo tiempo, para no correr riesgos, y de paso también a sumar goles hermosos, como el de Cherishev sobre el cierre. Una definición exquisita que sirve para enterrar las críticas que debieron soportar por una preparación tan calamitosa, que incluyó apenas dos victorias en dos años, además del fracaso en la pasada Copa Confederaciones. Todo eso, ahora con el triunfo sobre Arabia Saudita, queda en el olvido. El país, como buen dueño de casa, se empapa ahora sí de la fiesta. En el fútbol no existe nada mejor que ganar, sin importar la calidad del rival. El 5-0 quedará ahí grabado con letras doradas. Para felicidad de los organizadores. Para desgracia de Juan Antonio Pizzi.
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