El marchista de 30 años, clasificado a la marcha atlética de 50 kilómetros de los Juegos Olímpicos, expone su entrenamiento a El Deportivo. Araya fue el primer chileno confirmado en Río, en marzo del año pasado, y trabaja hace más de un año para compensar su fracaso en Londres 2012, donde fue descalificado.
En el año pasado, cuando el avión de chilenos clasificados a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro aún estaba vacío y los nacionales se enfocaban en los Panamericanos de Toronto, una pista de México reveló al primer miembro del Team Chile confirmado en la cita de los anillos. Allá estaba el marchista Edward Araya, octavo en los 50 kilómetros del World Race Walking Challenge de Chihuahua, dando su primer paso rumbo a una revancha deportiva.
El gemelo del también marchista Yerko Araya vivió en los Juegos Olímpicos de Londres una inolvidable experiencia, manchada con frustración al ser descalificado en su categoría. Un competidor de su disciplina abandona la pista cuando tres jueces distintos dan una tarjeta roja cada uno por falta del deportista, que puede ser por sacar los dos pies del suelo o flectar la rodilla al poner el otro pie en el piso.
“Iba excelente en el tiempo, y me sacaron antes del kilómetro 35. Di gracias a Dios por la oportunidad, pero fue frustrante porque estaba luchando bien. Éramos unos 70 e iba 32 o 34, y seguía avanzando. Me quedé con un deber no cumplido, le fallé a mi gente. Morí luchando”, recuerda.
Además, también quedó fuera de su categoría en los Mundial de Atletismo de Moscú, en 2013, y concluyó la participación chilena en Toronto con otra descalificación. “La gente cree que uno hace trampa, pero no. Es muy difícil la coordinación. La idea de todo marchista es, en primer lugar, terminar”, plantea. “Y si alguno te dice que no ha sido descalificado alguna vez, está mintiendo”, agrega Yerko, quien también vivió esa situación en los Juegos Panamericanos del año pasado.
Y con el apoyo de su gemelo, el amplio tiempo de preparación dado por su temprana clasificación y sus ansias de desquite, Edward entrena para su segundo capítulo olímpico. “Estamos trabajando la técnica con muchos videos y Yerko me aporta nuevas ideas. Será mi búsqueda de revancha, de sacarme la espina de lo que pasó en Londres. De recorrer los kilómetros que me faltaron, superar mi registro y estar entre los 25 mejores”, sostiene.
Con un año y cinco meses de brecha entre el día de su clasificación y su participación en Río, el marchista ha visto mejoras en su desempeño. Desde que comenzaron los campeonatos nacionales, en septiembre del año pasado, no ha sido descalificado y participó en dos certámenes clase B (inferiores sólo a Juegos Olímpicos, Mundiales y Copas del Mundo de Marcha Atlética). Entre ellos una fecha del Circuito Internacional de Marcha de la IAAF, en Ciudad Juárez, México, donde terminó quinto y batió un nuevo récord nacional con un registro de 3.58’54’’.
Por eso, además, confía en su extensa preparación. “Incluso antes de confirmar mi cupo me acostumbré a correr 50k en cuatro horas y luego bajé mi marca. Y lo bueno es que pudimos hacer comparaciones con años anteriores, y ya tengo un nivel de competencia y ritmo que esperábamos yo y mi entrenador”, plantea Araya antes de marchar junto a su hermano, personaje clave en su carrera.
“¿Qué mejor que ser gemelos para comparar técnica y otras variables? Eso es entretenido y motivante. Cuando ves que tu hermano mejora, te das cuenta de que es posible que tú lo hagas también. Y es una relación altruista, porque cuando uno está desanimado el otro le echa ánimo”, expresa Edward, mientras su hermano complementa: “¡Tengo a mi rival en todos lados!”.
Rutinas de gemelos
De hecho, esa frase es más literal de lo que parece. Las rutinas de ambos se entrelazan dentro y fuera de las pistas, y los dos se topan incluso como colegas de trabajo. Los hermanos Araya se preparan con el entrenador Guido Núñez seis días a la semana, recorren entre 150 y 220 kilómetros en ese período, nadan tres veces a la semana, van al gimnasio, enseñan educación física en la Escuela Gabriela Mistral y también entrenan marchistas en el club Trotamundos (con el cual ellos mismos se ejercitan para los JJ.OO.).
Es difícil no seguir relacionando a los dos, porque también tienen en común el orgullo de representar a la XV Región. “Después de ser deportista soy un ariqueño más, y hago las apuestas para que los futuros deportistas de la región sean los próximos representantes de Chile en torneos importantes”, expresa Edward.
El nortino considera que podría haber competido más durante su período previo al certamen de los anillos, y plantea: “Debí haber estado en el Mundial de Roma, en los 20 kilómetros, el test oficial antes de los Juegos. Pero el panel técnico nacional decidió que no tenía que ir porque marcho 50 kilómetros”. Pero los frutos de su preparación ya se han dado en sus últimas competencias, y su nuevo récord nacional y la calma de su expresión lo dicen todo. Ahora, sólo el tiempo y los preparativos finales separan a Edward de su ansiada revancha olímpica.
El gemelo del también marchista Yerko Araya vivió en los Juegos Olímpicos de Londres una inolvidable experiencia, manchada con frustración al ser descalificado en su categoría. Un competidor de su disciplina abandona la pista cuando tres jueces distintos dan una tarjeta roja cada uno por falta del deportista, que puede ser por sacar los dos pies del suelo o flectar la rodilla al poner el otro pie en el piso.
“Iba excelente en el tiempo, y me sacaron antes del kilómetro 35. Di gracias a Dios por la oportunidad, pero fue frustrante porque estaba luchando bien. Éramos unos 70 e iba 32 o 34, y seguía avanzando. Me quedé con un deber no cumplido, le fallé a mi gente. Morí luchando”, recuerda.
Además, también quedó fuera de su categoría en los Mundial de Atletismo de Moscú, en 2013, y concluyó la participación chilena en Toronto con otra descalificación. “La gente cree que uno hace trampa, pero no. Es muy difícil la coordinación. La idea de todo marchista es, en primer lugar, terminar”, plantea. “Y si alguno te dice que no ha sido descalificado alguna vez, está mintiendo”, agrega Yerko, quien también vivió esa situación en los Juegos Panamericanos del año pasado.
Y con el apoyo de su gemelo, el amplio tiempo de preparación dado por su temprana clasificación y sus ansias de desquite, Edward entrena para su segundo capítulo olímpico. “Estamos trabajando la técnica con muchos videos y Yerko me aporta nuevas ideas. Será mi búsqueda de revancha, de sacarme la espina de lo que pasó en Londres. De recorrer los kilómetros que me faltaron, superar mi registro y estar entre los 25 mejores”, sostiene.
Con un año y cinco meses de brecha entre el día de su clasificación y su participación en Río, el marchista ha visto mejoras en su desempeño. Desde que comenzaron los campeonatos nacionales, en septiembre del año pasado, no ha sido descalificado y participó en dos certámenes clase B (inferiores sólo a Juegos Olímpicos, Mundiales y Copas del Mundo de Marcha Atlética). Entre ellos una fecha del Circuito Internacional de Marcha de la IAAF, en Ciudad Juárez, México, donde terminó quinto y batió un nuevo récord nacional con un registro de 3.58’54’’.
Por eso, además, confía en su extensa preparación. “Incluso antes de confirmar mi cupo me acostumbré a correr 50k en cuatro horas y luego bajé mi marca. Y lo bueno es que pudimos hacer comparaciones con años anteriores, y ya tengo un nivel de competencia y ritmo que esperábamos yo y mi entrenador”, plantea Araya antes de marchar junto a su hermano, personaje clave en su carrera.
“¿Qué mejor que ser gemelos para comparar técnica y otras variables? Eso es entretenido y motivante. Cuando ves que tu hermano mejora, te das cuenta de que es posible que tú lo hagas también. Y es una relación altruista, porque cuando uno está desanimado el otro le echa ánimo”, expresa Edward, mientras su hermano complementa: “¡Tengo a mi rival en todos lados!”.
Rutinas de gemelos
De hecho, esa frase es más literal de lo que parece. Las rutinas de ambos se entrelazan dentro y fuera de las pistas, y los dos se topan incluso como colegas de trabajo. Los hermanos Araya se preparan con el entrenador Guido Núñez seis días a la semana, recorren entre 150 y 220 kilómetros en ese período, nadan tres veces a la semana, van al gimnasio, enseñan educación física en la Escuela Gabriela Mistral y también entrenan marchistas en el club Trotamundos (con el cual ellos mismos se ejercitan para los JJ.OO.).
Es difícil no seguir relacionando a los dos, porque también tienen en común el orgullo de representar a la XV Región. “Después de ser deportista soy un ariqueño más, y hago las apuestas para que los futuros deportistas de la región sean los próximos representantes de Chile en torneos importantes”, expresa Edward.
El nortino considera que podría haber competido más durante su período previo al certamen de los anillos, y plantea: “Debí haber estado en el Mundial de Roma, en los 20 kilómetros, el test oficial antes de los Juegos. Pero el panel técnico nacional decidió que no tenía que ir porque marcho 50 kilómetros”. Pero los frutos de su preparación ya se han dado en sus últimas competencias, y su nuevo récord nacional y la calma de su expresión lo dicen todo. Ahora, sólo el tiempo y los preparativos finales separan a Edward de su ansiada revancha olímpica.
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