Autor: Sebastián Minay
Mar 3 Jul 2018 | 01:19 pm
Carlos Peña: "El verdadero problema estético consistiría en que por fervor moral o compromiso ferviente contra el abuso se dejara a alguien sin defensa o sin acceso al debido proceso".
La han trolleado a lo largo y ancho de las redes sociales desde que se supo que es la abogada que defiende al cineasta Nicolás López, acusado por ocho mujeres de abuso y acoso sexual. ¿Paula Vial? ¿En serio? Se preguntaron varias y varios. Además de haber sido ex Defensora Nacional y de desempeñarse como profesora de Derecho Penal, Procesal Penal y Penitenciario en la UC, Vial se ha hecho conocida por su férrea postura pro feminista. En su cuenta de Twitter sigue identificándose como “penalista, feminista militante”, y por la misma vía ha sido blanco de varias críticas, muchas de ellas de usuarias que se han declarado decepcionadas; pero también hay gente que la ha defendido.
“Bueno, le di vueltas, pregunte, no tuve respuestas, sin embargo creo @paulavial no es el tema (tiene el derecho a hacer lo que le de la gana, a su costa o no) SINO el pinche acosador LOPEZ…. fin de la declaración!”, posteó allí, por ejemplo, la también abogada y profesora Laura Albornoz.
Problema estético
“No leí el reportaje, pero creo que tampoco es necesario para responder. La cuestión no es legal. Todos tienen derecho a un abogado, así que no es cuestionable. Parece que hay un problema estético, por lo menos a primera vista, que tiene que ver no con la situación de él, sino que con las posiciones públicas representadas por la abogada, a favor de las causas feministas”, observa el penalista Jorge Bofill. “El hecho de que haya cuestionamiento parece que da lugar, al menos, a hacerse la pregunta”, apunta.Para él, “los abogados no debemos tomar nuestras decisiones de problemas de apariencia y estéticos. Cuando defiende casos difíciles o a personajes impopulares, tiene un problema desde el punto de vista de la estética. Lo único que importa es la ética. Si acepto defender al cliente, ¿le producirá un daño, lo perjudicará de alguna manera? ¿Por ejemplo, si es menos creíble la defensa? Si eso genera un problema, la ética debiera sugerirle al abogado decir que no; si la respuesta es que no hay problema con mis posiciones personales, entonces tampoco un problema ético”.
Peña: “No nos vaya a ocurrir que el fervor moral…”
Carlos Peña, rector de la Universidad Diego Portales, sostiene que “una cosa es tener un punto de vista respecto del feminismo o el papel de la DC (para dar dos ejemplos de actualidad) y otra cosa defender un caso de abuso sexual o un caso relativo a una acusación constitucional. Usted puede ser feminista y, al mismo tiempo, creer que una determinada persona no incurrió en abuso. O usted puede ser DC y en cuestiones constitucionales estar en contra de la opinión de su partido”.Sigue: “Cuando usted defiende a una persona imputada de abuso, para detenernos en este caso, no está sosteniendo que el abuso es lícito (caso en el cual ahí sí que usted iría inexplicablemente contra sus convicciones) está sosteniendo, que, atendidas las circunstancias, en el caso de que se trata o a) no hay abuso o b) habiéndolo concurren tales y cuales circunstancias que, en conformidad al derecho vigente, habría que tener en consideración”.
El Código de Ética del Colegio de Abogados, en su artículo 80, advierte sobre el “conflicto por convicción personal”, e indica que “el abogado debe abstenerse de intervenir en un asunto en que haya de sostener tesis contrarias a sus convicciones personales, tales como las políticas o religiosas”.
Peña apunta que “no me parece que el artículo 80 del Código de Ética impida que una personas declaradamente feminista defienda a alguien acusado de abuso. Infringiría el artículo 80 si sostuviera que el abuso es lícito, que la hipótesis de abuso en abstracto es incorrecta o que su defendido tenía derecho de abusar, etcétera, cosas que, supongo, ningún abogado o abogada sostendría”.
El rector recalca que no ve un problema ético y “tampoco estético”.
Y advierte que “no nos vaya a ocurrir que el fervor moral contra el abuso sexual o la discriminación de género, invite a abandonar las reglas y principios que son propios de un estado liberal de derecho, como es el derecho a defensa. El verdadero problema estético en casos como este no deriva del hecho que una persona defienda a alguien imputado de abuso. El verdadero problema estético consistiría en que por fervor moral o compromiso ferviente contra el abuso se dejara a alguien sin defensa o sin acceso al debido proceso”.
Muga y Zaliasnik: “Circo romano”
Cristián Muga, a su vez, explica que “quienes ven en el abogado una especie de “aval moral del cliente” se equivocan. El rol del abogado es técnico”. Y que “afirmar lo contrario significaría que un abogado que alguna vez fue estafado, jamás podría representar a una persona acusada de estafa. Esta clase de objeciones carece de sentido.Lo único que el abogado debe proteger es que sus convicciones personales, sus opiniones previas o la posición del propio cliente no generen conflictos de interés que le impidan representarlo con plena autonomía”.
Por eso, remarca “la preocupación está en los intereses del cliente y si esos intereses pueden ser adecuadamente representados por el abogado”. Y que “por lo tanto, ser feminista y asumir la defensa de este imputado solo impone la obligación de revisar si, en los hechos, las convicciones personales del abogado impiden o dificultan la adecuada defensa del cliente”.
Gabriel Zaliasnik también critica este “circo romano”, dice, que se ha generado. “Si Paula considera que su cliente no ha incurrido en ninguna de las conductas de las que se le acusa, demuestra una valentía al asumir su defensa, sobre todo ahora que vivimos un cierto oscurantismo totalitario”.
Insiste: “Este debate de pretender de que los abogados somos una suerte de mercenarios, es parte del discurso totalitario de quienes privar a las personas de su derecho a defensa”.
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