Jaime Vas, productor chileno que llegó a ser el tour manager del cantante mexicano durante cinco meses, derriba el mito de que “el Sol de México” vio por última vez a Marcela Basteri durante un concierto en el Luna Park, en 1985. Su relato, de hecho, sitúa el encuentro final -en el que asegura haber estado presente- en 1986, y muy cerca de la fecha de desaparición de la mujer. Aquí, desclasifica una historia inédita y cuenta por qué trabajar con Luisito Rey fue "un infierno".
Jaime Vas Carrasco, de 60 años, productor chileno por entonces radicado en España, calcula que todo comenzó durante los primeros días de agosto de 1986. Lo alertó un llamado telefónico de Ernesto Clavería, propietario de Prodin, firma encargada de los estelares de la televisión nacional de la época.-Jaime, necesito que me ayudes. Voy a traer a Luis Miguel y su padre me dice que no puede viajar…
-¿Quién es Luis Miguel?
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En pocas horas, el promisorio cantante tenía programado un vuelo a Chile para presentarse en el programa En vivo, de Televisión Nacional de Chile, conducido por Antonio Vodanovic. Pero de golpe, Luisito Rey, su padre, contactó a Clavería para decirle que el joven de 16 años no viajaría. El dueño de Prodin, desesperado, se comunicó rápidamente con Vas, su hombre de confianza en España, para que destrabara un imprevisto que, sin embargo, con las horas se tornaría cada vez más complejo.
Vas aceptó, consiguió el número de Luisito Rey y rápidamente coordinó una reunión. “Ernesto me advirtió que tuviera cuidado con el papá, porque era un hijo de puta”, recuerda. Tras un primer encuentro en la mansión ubicada en Las Matas, Madrid, el otrora compositor andaluz le explicó al productor que la embajada mexicana le había quitado el pasaporte a su hijo.
-Nunca me explicó por qué. Ahí recién supe la verdad. Fui directo a la residencia del embajador mexicano en España, Rodolfo González. Tuve suerte: un señor que estaba caminando por ahí se acercó y resultó ser él. Le expliqué el problema, que era de la televisión de Chile. Que si Luis Miguel no llegaba, sus fans destruirían el aeropuerto. Muy amable, contactó al cónsul y nos reunimos -recuerda Vas.
Tras unos cuantos minutos, el cónsul les explicó la verdadera gravedad que escondía la situación. Sacó un teletipo y comenzó a leerlo: la Gobernación de México les ordenaba a todas las embajadas mexicanas en el mundo retener el pasaporte del ciudadano Luis Miguel Gallego Basteri cuando éste se presentara para renovarlo. “El embajador le preguntó al cónsul por qué esa orden… y resulta que el pasaporte era falso”, relata. Luisito Rey, con la ayuda del exjefe del Departamento de Policía, Arturo “El Negro” Durazo, había logrado arrancar una hoja de nacimiento de otra persona y pegaron una que habían creado para “Micky”.
No había mucho más que hacer, le dijeron. Recién ahí el productor comenzó a calibrar lo que generaba “el Sol de México”.
Horas más tarde, cuando fue a comentarle lo sucedido a Luisito Rey, el padre de Luis Miguel, ofuscado, comenzó a hacer unos llamados. Al rato, el embajador mexicano, Rodolfo González, citó a Jaime Vas para una reunión. Por orden de la gobernación, emitiría un pasaporte con tres destinos: Santiago, Buenos Aires y Bogotá.
-Jaime comenzó una carrera para lograr un pasaporte para el artista. La embajada le concedió un salvoconducto a Luis Miguel para que, junto con su pasaporte mexicano vencido, se dirigiera a México con escala en Chile -confirma Ernesto Clavería.
“El Sol”, en definitiva, no pudo presentarse en el país en la fecha original: a cambio, Vas fue el encargado de realizarle una entrevista por satélite, un falso directo editado con las preguntas de Vodanovic que se emitió el 4 de agosto, donde el joven mexicano argumentaba estar enfermo, pero también prometía saldar la deuda en suelo nacional muy pronto. Posteriormente, se transmitió su película Fiebre de Amor.
-Se nos ocurrió reemplazar el programa con su película, presentada desde Madrid por el mismísimo Luis Miguel. Si lo lográbamos, era un éxito. Antes de planteárselo al canal, el sábado, fue una odisea ubicar a los ejecutivos de la distribuidora que era la dueña de los derechos de exhibición para negociar -recuerda el propietario de Prodin.
Vas, tras varias idas y vueltas, consiguió pasajes para que “Micky” viajara la noche del miércoles 6 de agosto con destino Santiago.
Pero los problemas estaban lejos de acabar.
Marcela
–Pisha, necesito que vengas a casa. Luis Miguel no va a viajar el miércoles.Cuando Jaime Vas creía que tenía todo solucionado y le había transmitido las buenas noticias a su socio en Chile, un súbito llamado de Luisito Rey, a pocas horas del viaje, derrumbó todo nuevamente.
-Fui rápido a su casa a preguntarle qué había pasado ahora, que no podía salir con esto faltando tan poco. Y me dice que Luis Miguel no había visto a su madre desde hacía varios meses. Yo no tenía idea de la historia en ese momento. Ni yo, ni nadie. Pero él me insistía…, y además me pidió que pusiéramos los pasajes, porque ella vivía en Italia.
Lo que desconocía el productor, que no lograba entender por qué era tan importante la visita de la madre, es que Luisito Rey y su esposa se habían separado prácticamente un año antes.
La biografía Luis Miguel: la historia, de Javier León Herrera; Luis Miguel, la serie, producción de Netflix y Telemundo, y los distintos reportajes que abordan su enigmática vida cifran que la última vez que el cantante mexicano vio a su madre, Marcela Basteri, fue en el concierto que ofreció el 16 de marzo de 1985 en el Luna Park de Buenos Aires, Argentina. Allí, el intérprete realizó un emotivo homenaje: invitó a su progenitora al escenario y le cantó “Marcela”, uno de los sencillos más significativos para la familia Gallego-Basteri.
Pero, contra todos, Jaime Vas, sentado en el Tavelli del Drugstore, mientras se toma un café espresso cortado, asegura a Reportajes que esa no fue la última vez que madre e hijo se vieron. Dice que él estuvo presente en el verdadero último encuentro.
-Llamé a Ernesto y le conté. También le dije que ya estaba estresado con el tema. Me dijo que daba igual, que pagaba los pasajes. Pero Luisito Rey de nuevo puso problemas: ahora quería que consiguiéramos una avioneta para traerla de Massa-Carrara a Madrid -cuenta el productor-. Le dije que no podíamos, que eso él lo arreglara. Desde Chile solo se pagaron dos vuelos desde Milán a Madrid: el de Marcela y el de Sergio, que era un bebé.
Lograron acercar posiciones: el avión que llevaría a Luis Miguel de Madrid a Chile saldría a las 23 horas del miércoles 6, mientras que el de Milán a Madrid, que llevaba a su madre y su hermano, llegaría poco antes de las 21 horas. “Fui a buscar a Luis Rey y a Micky a Las Matas, nos tomamos un café y nos fuimos al aeropuerto. Yo mismo me encargué del embarque y nos fuimos a un restaurante muy bueno, muy bonito, ubicado en el segundo piso”, relata Vas.
En ese restaurante, Luisito Rey y Marcela arreglaron previamente un encuentro para que, después de tanto tiempo, Luis Miguel pudiera volver a ver a su madre.
“Hasta que me olvides”
A lo largo de la conversación, Jaime Vas destacó en reiteradas oportunidades, con algo de asombro, el respeto que profesaba Luis Miguel a su padre. “Era sublime, omnipotente…, yo alucinaba”, asegura el productor. Lo describía como un joven simpático, aunque silencioso. Por sobre todo correcto.Pero ese miércoles, a las 21 horas, cuando subieron hasta el segundo piso del aeropuerto e ingresaron al restaurante, “Micky” cambió su semblante: parecía realmente otra persona.
Unos metros más allá lo esperaba su madre: “Una señora rubia, guapísima”, apunta Vas, testigo privilegiado. Luis Miguel rápidamente corrió hasta ella y se fundieron en un abrazo estremecedor. Largo y cariñoso, apretado. Uno que el productor asegura nunca haber visto. Antes, ni después. “Por primera vez me pregunté qué onda, qué pasaba acá…, no era normal, estaban como pegados por un chicle”, recuerda. La emotiva escena duró unos cuantos minutos. Marcela cubría el cuello de su hijo con sus brazos y lo besaba en las mejillas, con los ojos llenos de lágrimas. A “Micky” lo vio feliz: sonreía, nervioso, como pocas veces.
De pronto, tomaron asiento en una de las mesas. Luisito se acercó, pero Luis Miguel lo frenó con rapidez, ante la sorpresa del productor:
-Papá, quiero estar solo con mi mamá -le dijo.
Quedaba poco más de una hora para que el avión partiera hacia Chile y el español, inéditamente, aceptó sin queja alguna. Se sentó, junto a Vas, unas cuatro o cinco mesas más allá. El productor recuerda que la charla entre madre e hijo duró poco más de una hora y un cuarto: “Yo estaba preocupado, mi interés en ese momento era que por fin se subieran al avión. Pero Luis Rey me decía que esperara, que el niño no veía a su madre hacía varios meses. ‘No seáis tan insensible’, me repetía”.
Pasadas las 22 horas, Luis Miguel y Marcela Basteri se levantaron. Quedaban pocos minutos para el despegue del vuelo. Inmediatamente, “El Sol” y su madre se abrazaron y se largaron a llorar, acaso sabiendo que se trataba de una larga despedida. Lo que seguramente ninguno de los dos imaginó es que sería la última vez que estarían juntos. “Me impresionaron…, el niño se fue muy triste. Lo estaba esperando su secretario y un guardaespalda. Se despidió y yo llamé a Ernesto para avisarle. ¿Luis Rey y Marcela? No supe para dónde se fueron”, relata Vas.
Javier León Herrera dice en Luis Miguel: la historia, la biografía del mexicano, que tras una llamada telefónica con Adua Basteri, tía de Marcela, desde “más o menos a principios de septiembre de 1986, no hay una sola señal de vida de la mamá de Luis Miguel”.
El productor vuelve a hacer memoria: calcula que fue a fines de 1989, en París. En un restaurante top de Francia, cerca de la Île de la Cité, comía con un amigo y su novia cuando de pronto ingresó Luis Miguel. Apenas se vieron, el mexicano se acercó para saludarlo.
-Me abrazó y me preguntó cómo había estado. Fue todo muy bonito. Al rato, cuando estábamos hablando, me dijo: “Tú estuviste conmigo la última vez que yo vi a mi madre”.
El infierno de Luisito Rey
El 25 de septiembre de 1986, Frank Sinatra se presentó en el Estadio Santiago Bernabéu. Entre los poco más de 25 mil espectadores -con casi 16 mil entradas regaladas por el temor a unas gradas vacías- se encontraba Jaime Vas. El entonces productor de una agencia en Madrid, sobre el final del recital, observó que un par de filas más adelante había un borracho armando escándalo. Sus miedos se hicieron realidad cuando el tipo se giró y lo reconoció: “¡Pisha!”.Frente a su insistencia, el productor aceptó almorzar al otro día junto a Luisito Rey.
-He averiguado quién eres tú, he preguntado y me han hablado de ti. Tú eres la persona que necesito que esté con Luis Miguel. Quiero que seas su tour manager, el que va a cargo de las giras -le propuso el padre del cantante mexicano.
En un principio, Vas rechazó la oferta. Pero los 2.500 dólares mensuales que el español le prometió lo convencieron. “Los primeros días me cagaba de la risa. Iba a su casa, que estaba siempre sola. Me sacó tarjetas de crédito American Express Platinum, que nadie tenía. Pero después todo cambió: llegaba a mi casa mal, tiritando. No calibraba quién era este personaje”, recuerda.
A los tres meses, Vas le informó que no quería seguir trabajando con él: “Había viajado con él por todo el mundo. Era un tipo vulgar: lo peor que tú te puedes encontrar en tu vida es Luis Rey”. Pero el cantautor español se negó a perderlo: ofreció doblarle el sueldo, ahora percibiría 5.000 dólares. Vas nuevamente aceptó.
Sin embargo, cuando cumplió cinco meses, renunció sin marcha atrás: en Los Ángeles, en medio de la grabación de Soy como quiero ser (1987), el padre de Luis Miguel le prohibió reunirse con Juan Carlos Calderón, productor del disco y gran amigo de Vas, por una disputa previa. “Con Luis Rey fueron los peores cinco meses de mi vida”, precisa el entonces tour manager de “El Sol”.
-¿Nunca le preguntó por lo que pasó ese día en el aeropuerto?
-No, nunca, no me correspondía. Pero empecé a dudar. En el tiempo en que estuve trabajando con Luis, en el apartamento de su madre, un día ella le pregunta por Marcela. Y él explotó, se transformó. Al rato, a su mamá y sus hermanos les dijo delante mío, mientras tomábamos café, “tenéis que jurarme por nuestro apellido que cuando ‘Micky’ les pregunte por su madre, vosotros no sabéis nada”. Nunca le pregunté, pero se salió de sus casillas.
-¿Qué le pareció la serie?
-Tiene desfases, pero es una serie de ficción: está contada para el gran público, no para los que conocemos su historia. Tiene cosas verídicas también ¿Luis Rey? En persona era peor. Era alcohólico, cocainómano. Entrabas a su habitación y olía a sexo, a drogas, a putas. Funcionaba dos horas al día el tipo.
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