El cielo de Damasco luce iluminado en pleno lanzamiento de los misiles norteamericanos. FOTO: AP
Por segunda vez en su mandato, el Presidente de EEUU ordenó una ofensiva en represalia tras un supuesto ataque químico. Francia y Reino Unido se sumaron a la acción, que finalizó durante la madrugada siria.
Cuando los micrófonos de la Casa Blanca amplificaban en la noche la voz del Presidente Donald Trump anunciando la decisión de atacar Siria, los primeros bombardeos en represalia al supuesto ataque químico realizado por el régimen de Bashar Assad ya se habían producido sobre el territorio de ese país, como resultado de una acción militar coordinada entre las fuerzas de Estados Unidos, Francia y Reino Unido.
“Ordené a las fuerzas armadas de EE.UU. que lancen ataques de precisión a blancos asociados con la capacidad de armas químicas del dictador Bashar Assad”, declaró el Mandatario norteamericano al responsabilizar a Damasco por haber utilizado el sábado 7 de abril “armas químicas para masacrar civiles inocentes”.
Tras subrayar que se trataba de una operación “coordinada con fuerzas armadas de Francia y del Reino Unido”, Trump arremetió contra Rusia e Irán, acusando a sus respectivos gobiernos de ser “responsables por apoyar, equipar y financiar al régimen criminal”, y emplazando a Moscú a “decidir si continuará en este camino oscuro o se unirá a las naciones civilizadas como una fuerza de estabilidad y paz”.
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Arremetida militar
Momentos antes del discurso, las fuerzas norteamericanas y sus dos aliados ya habían dado inicio al ataque en los alrededores de la capital siria. “Hubo bombardeos occidentales contra centros de investigación científica, varias bases militares y locales de la guardia republicana en Damasco y sus alrededores”, informó el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH), al referirse a la segunda operación bélica emprendida por Washington desde la era Trump.Los ataques efectuados se concentraron en objetivos seleccionados para evitar impactar a fuerzas de Rusia, aseguró poco antes de medianoche el jefe del Comando Conjunto estadounidense, el general Joe Dunford. Fueron “específicamente identificados los objetivos para mitigar el riesgo de que fuerzas rusas sean involucradas”, sostuvo durante una conferencia de prensa en el Pentágono. Momentos después, los aliados anunciaban el cese del fuego, en espera de un giro en la política de Assad.
Tras la suspensión del ataque, en tanto, Downing Street anunciaba que May y el Presidente francés, Emmanuel Macron, habían conversado telefónicamente, acordando “seguir trabajando estrechamente juntos para una respuesta internacional” contra Assad.
Por su parte, el gobierno sirio aseguró haber respondido con batería antiaérea el ataque, informando que los centros que fueron objeto de la arremetida fueron desalojados días antes de la operación de las fuerzas occidentales, a la que Damasco se refirió como una “violación flagrante” que está “destinada a fracasar”.
Luego de condenar el ataque, el embajador de Moscú en Washington, Anatoly Antonov, señaló que “una vez más estamos siendo amenazados”, advirtiendo, que “estas acciones no se dejarán sin consecuencias” y concluyendo que “EEUU, el poseedor del arsenal más grande de armas químicas, no tienen el derecho moral de culpar a otros países”.
Mientras hasta la madrugada en Siria no existía un balance claro sobre los hechos, desde el Congreso norteamericano surgían voces críticas ante la decisión de Trump, y no solo desde el bando demócrata. “El Congreso, no el Presidente, tiene el poder de autorizar una acción militar”, dijo la congresista republicana Barbara Lee.
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