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Monday, April 23, 2018

COPA AMERICA FEMENINA: El equipo de José Letelier vence 4-0 a Argentina y clasifica a Francia 2019. Por primera vez en la historia, el fútbol femenino chileno estará en la máxima cita


El equipo de José Letelier vence 4-0 a Argentina y clasifica a Francia 2019. Por primera vez en la historia, el fútbol femenino chileno estará en la máxima cita. De paso, agarró boletos para el repechaje a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.


Muy frío ha estado La Serena durante las últimas semanas. Hasta sus propios habitantes sienten que el asunto es levemente anormal. Al histórico rito solar de esconderse tras un manto de nubes y aparecer al mediodía, ahora lo reemplazó un nublado permanente. Una situación climática que, en principio, entibiaba el entusiasmo del público respecto de que sucedería en el partido contra Argentina, el último de la Roja en esta Copa América en la capital de la Región de Coquimbo.
Pero el calor comenzó a subir desde el minuto 8, cuando Camila Sáez cabeceó el tiro de esquina en el primer palo y abrió la cuenta. Con el testazo de Sáez, todos se olvidaron en ese momento del frío y más de un entusiasta se sacó la chaqueta y la revoleó en las tribunas para celebrar el tanto que no implicó únicamente una ventaja numérica, sino que, también, añadió el nivel de calma que el buen pie que caracteriza al cuadro chileno comenzara a marcar diferencias en el manejo que, a los pocos minutos, tendrían un adecuado correlato en el marcador.
Por eso, Chile se fue al descanso 3-0: por sus méritos colectivos, por la intensidad puesta en cada balón, y también por el desvarío argentino, que apostó demasiado por los afanes individuales y, en determinados momentos, por los espacios que dejó su zaga.
Esos factores permitieron el lucimiento de Hernández, Aedo y Rojas, cuyos movimientos en ataque eran complementados por el criterioso uso de las bandas por parte de Fernanda Pinilla y Rocío Soto, lo que habitualmente creó superioridad numérica en los ataques y un nerviosismo marcado en la defensa argentina, sobre todo en los casos de Agustina Barroso y ldana Cometti.
El segundo tiempo comenzó con un tono algo distinto, pues las trasandinas se vieron obligadas a adelantarse un poco más, a meter la presión de la que habían carecido en el lapso inicial, pero sin una estructura de juego clara. Así, sus delanteras llegaban con poco o nada de comodidad a enfrentarse con Christiane Endler, quien demostró durante todo el certamen un nivel que no daría facilidades nadie al momento de atajar.
Así y todo, el cuadro de José Carlos Borello se fue encima. No tenía más opción, y obligó a la Roja a poner a prueba la solidez de su defensa, sólo superada con claridad por el omnipotente Brasil.
Luego, las rojas comenzarían a recuperar la posesión, a salir un poco del fondo, pero ya sin crear grandes aprietos en la zaga albiceleste. El negocio, con el contundente 3-0, era lucir el talento de las volantes, tratar de esconderle la pelota al rival para meter algún balón filtrado por el centro. Ya las laterales no salía mucho por sus bandas y, lo importante, era negar todo espacio de esperanza para Argentina.
Por suerte para el espectáculo, los asomos de violencia por parte de las trasandinas se apagaron rápidamente. Golpear, por cierto, no les servía de nada.
Las variantes finales determinadas por José Letelier fueron prácticas: sacar a algunas de las jugadoras que habían sufrido mayor desgaste, como Yessenia López, Maryorie Hernández y María José Rojas, con la finalidad de mantener la intensidad. Aumentar el marcador ya no era meta; sólo conservarlo.
En ese sentido, las propias palabras de las argentinas a La Tercera se cumplían a cabalidad. Si bien Chile mostró contundencia al marcar –deuda pendiente hasta este partido-, contó con dos de las mejores zagueras centrales de la Copa América y, sin vergüenza se afirma, con la mejor portera.
Así, en el último cuarto de hora, ya quedó en claro que Argentina no contaba con la chispa, con la energía, para dar un vuelco a la situación. Y, al contrario, las chilenas comenzaron a aproximarse al área de Correa.
En ese contexto, pareció extraña la confianza de las albicelestes en la previa, cuando recordaban que en Ovalle –en un amistoso ante la Roja- habían perdido por 5-0 debido a la falta de entrenamientos en conjunto y a la carencia de algunas de las principales figuras. Salvo Leyton, las dos escuadras presentaron lo mejor de sí y llegaron con seis partidos jugados en 16 días. No hubo excusas ni diferencias. Y quedó claro cuál es la mejor, cuál es la que va al Mundial.
En el cierre, llegó la joya de Francisca Lara, tras un balón que peleó María José Urrutia y que Aedo rescató en el costado izquierdo. La volante del Washington Spirit tocó con criterio hacia el centro y Lara sacó un zurdazo inatajable para Correa. Fin de fiesta.

El equipo de José Letelier vence 4-0 a Argentina y clasifica a Francia 2019. Por primera vez en la historia, el fútbol femenino chileno estará en la máxima cita. De paso, agarró boletos para el repechaje a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.


Muy frío ha estado La Serena durante las últimas semanas. Hasta sus propios habitantes sienten que el asunto es levemente anormal. Al histórico rito solar de esconderse tras un manto de nubes y aparecer al mediodía, ahora lo reemplazó un nublado permanente. Una situación climática que, en principio, entibiaba el entusiasmo del público respecto de que sucedería en el partido contra Argentina, el último de la Roja en esta Copa América en la capital de la Región de Coquimbo.
Pero el calor comenzó a subir desde el minuto 8, cuando Camila Sáez cabeceó el tiro de esquina en el primer palo y abrió la cuenta. Con el testazo de Sáez, todos se olvidaron en ese momento del frío y más de un entusiasta se sacó la chaqueta y la revoleó en las tribunas para celebrar el tanto que no implicó únicamente una ventaja numérica, sino que, también, añadió el nivel de calma que el buen pie que caracteriza al cuadro chileno comenzara a marcar diferencias en el manejo que, a los pocos minutos, tendrían un adecuado correlato en el marcador.
Por eso, Chile se fue al descanso 3-0: por sus méritos colectivos, por la intensidad puesta en cada balón, y también por el desvarío argentino, que apostó demasiado por los afanes individuales y, en determinados momentos, por los espacios que dejó su zaga.
Esos factores permitieron el lucimiento de Hernández, Aedo y Rojas, cuyos movimientos en ataque eran complementados por el criterioso uso de las bandas por parte de Fernanda Pinilla y Rocío Soto, lo que habitualmente creó superioridad numérica en los ataques y un nerviosismo marcado en la defensa argentina, sobre todo en los casos de Agustina Barroso y ldana Cometti.
El segundo tiempo comenzó con un tono algo distinto, pues las trasandinas se vieron obligadas a adelantarse un poco más, a meter la presión de la que habían carecido en el lapso inicial, pero sin una estructura de juego clara. Así, sus delanteras llegaban con poco o nada de comodidad a enfrentarse con Christiane Endler, quien demostró durante todo el certamen un nivel que no daría facilidades nadie al momento de atajar.
Así y todo, el cuadro de José Carlos Borello se fue encima. No tenía más opción, y obligó a la Roja a poner a prueba la solidez de su defensa, sólo superada con claridad por el omnipotente Brasil.
Luego, las rojas comenzarían a recuperar la posesión, a salir un poco del fondo, pero ya sin crear grandes aprietos en la zaga albiceleste. El negocio, con el contundente 3-0, era lucir el talento de las volantes, tratar de esconderle la pelota al rival para meter algún balón filtrado por el centro. Ya las laterales no salía mucho por sus bandas y, lo importante, era negar todo espacio de esperanza para Argentina.
Por suerte para el espectáculo, los asomos de violencia por parte de las trasandinas se apagaron rápidamente. Golpear, por cierto, no les servía de nada.
Las variantes finales determinadas por José Letelier fueron prácticas: sacar a algunas de las jugadoras que habían sufrido mayor desgaste, como Yessenia López, Maryorie Hernández y María José Rojas, con la finalidad de mantener la intensidad. Aumentar el marcador ya no era meta; sólo conservarlo.
En ese sentido, las propias palabras de las argentinas a La Tercera se cumplían a cabalidad. Si bien Chile mostró contundencia al marcar –deuda pendiente hasta este partido-, contó con dos de las mejores zagueras centrales de la Copa América y, sin vergüenza se afirma, con la mejor portera.
Así, en el último cuarto de hora, ya quedó en claro que Argentina no contaba con la chispa, con la energía, para dar un vuelco a la situación. Y, al contrario, las chilenas comenzaron a aproximarse al área de Correa.
En ese contexto, pareció extraña la confianza de las albicelestes en la previa, cuando recordaban que en Ovalle –en un amistoso ante la Roja- habían perdido por 5-0 debido a la falta de entrenamientos en conjunto y a la carencia de algunas de las principales figuras. Salvo Leyton, las dos escuadras presentaron lo mejor de sí y llegaron con seis partidos jugados en 16 días. No hubo excusas ni diferencias. Y quedó claro cuál es la mejor, cuál es la que va al Mundial.
En el cierre, llegó la joya de Francisca Lara, tras un balón que peleó María José Urrutia y que Aedo rescató en el costado izquierdo. La volante del Washington Spirit tocó con criterio hacia el centro y Lara sacó un zurdazo inatajable para Correa. Fin de fiesta.

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