El insulto del meta que nadie se atreve a denunciar. Tobar no informa incidencias. El lateral asume que fue tan bochornosa su reacción de ira en el Superclásico que ofrece su salida gratis de la U. Lo que desató su arrebato no lo recuerda, o se lo guarda.
Sólo se declaró avergonzado y por eso ofreció cien veces disculpas. Jean Beausejour, el del ataque de cólera en el Superclásico, el expulsado por dar un manotazo en la cara a Baeza, el que se volvió loco tras escuchar algo de la boca de Orión, el que se encaró a pechazos y cabezazos con su compañero Pinilla cuando éste le pidió que se urgiera en irse, el que se enfrentó con toda la grada del Nacional durante el viaje a camarines, ayer, abochornado de sí mismo, sólo quería expresar su arrepentiempiento. Incondicional.
Y es lo que hizo ante los medios por espacio de unos 30 minutos. Una comparecencia a petición propia, desatendiendo las presiones de su propio club para que delatara en alto lo que había ocurrido el domingo sobre la cancha, algo grave que supuestamente justificara su intempestiva pérdida de papeles. Pero Beausejour volvió a ser ayer Beausejour, el ilustrado, el sensato, el prudente, el correcto, el decente. Y no quiso repartir más culpas que las propias y autocondenarse. Tanto que puso su continuidad a disposición del club. Gratis.
Confesó el lateral que al verse en las imágenes del partido se sintió abochornado: “A veces el fútbol te saca esas cosas. La pasión te desborda. Es algo que te mueve tanto, que te lleva a hacer cosas que uno no hace. En la mañana vi las imágenes y me avergüenzo de lo que hice. No me gusta lo que vi. Nadie está ajeno a que le pasen estas cosas. Más en mi caso, que tengo una personalidad fuerte”.
Quejas a hurtadillas, en voz baja, bajo la fórmula del cuéntalo tú mejor, anda. Pero ninguna de las personas, casi todas azules, que dicen que el arrebato de Beausejour se debió a unos insultos racistas proferidos por Orión (y que pueden adivinarse en una arriesgada lectura de los labios del arquero), se atreve a denunciarlo en público. El famoso código del futbolista, lo que ocurre en la cancha se queda en la cancha, que ampara a los infractores, obliga al silencio de la gente de la pelota.
La U se mueve por detrás, quiere que alguna televisión desnude el episodio con imágenes. Pero a la vista, calla. La ANFP susurra que está analizando el incidente, pero duda si actuar de oficio, e invita al club a que eleve una denuncia. Lo que es seguro es que no existe audio disponible del suceso. Consultado en La Serena sobre el asunto, Arturo Salah fue parco: “Lo único que digo es que todo tipo se discriminación es muy negativa para nosotros y, de hecho, hemos sido víctima de eso. Esperemos que lleguemos a buen puerto”.
El juez del partido, Roberto Tobar, no vio nada extraño. Estaba al lado de los hechos, pero no actuó sobre la cancha. Y en su informe arbitral posterior, desvelado ayer, no incluye infracción alguna al respecto. ¿Incidencias? “No hubo”, redacta.
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Beausejour lo dejó claro. No quiere victimizarse. Se ve tan culpable de lo que hizo él mismo, que no va a desviar la mirada hacia el rival. No va a delatar nada. No va a filtrar nunca ese tipo de cosas. Y ante la insistencia, dice que no escuchó nada.
Es el silencio habitual. Buonanotte, por ejemplo, sí se atrevió a airear los insultos de mal gusto (“asesino, mataste a tus amigos”) que le había proferido Pavez en un duelo por Copa Chile. El entonces colocolino no fue sancionado. Y el cruzado se llevó el reproche de buena parte de su gremio. El árbitro no lo consignó en el informe. También era Tobar.
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¿Reproches a Orión, el rival que le sacó de quicio? Nada: “Uno entiende el morbo que generan todas estas situaciones. Yo respeto al rival. Nunca voy a filtrar algo de ese tipo”. ¿Le insultó con tintes racistas? Nada: “Si ustedes están convencidos de que hubo algún insulto racista, deben denunciarlo. Yo la verdad no escuché nada. Independiente del tono o lo que me haya dicho, para mí queda ahí. No estoy aquí para victimizarme. Al contrario. Asumo responsabilidades. No hago un juicio de valor de mis compañeros de profesión”.
¿Reproches a la grada? Nada: “La gente que realmente me conoce puede interpretar lo que hice en ese momento. Prefiero guardarlo para mí. Ante el descontento del hincha, lo acepto. El nivel de rechazo, también. He sido partícipe de eso. He colaborado para que el hincha sienta rechazo. En estos partidos, sobre todo. El clásico determina el ánimo. Justifico el rechazo de los hinchas y me hago cargo”.
¿Reproches a sí mismo? Todos: “Tanto me hago cargo de lo que hice que le he expuesto a la dirigencia que revisemos mi contrato. Quiero mucho a este club y si es necesario no tengo problemas en dar un paso al costado, con costo cero para el club. Dar un paso al costado me produce un dolor gigante. Pero si es necesario hacerlo, lo voy a hacer. Si hay que irse, hay que hacerlo como hombre. No pasa nada. Avergonzarse implica arrepentirse”.
El club, la U, a través de su gerente deportivo, Ronald Fuertes, optó por no abundar en la dimisión ofrecida por su jugador: “Ya hablaremos de eso. Primero está el partido con Cruzeiro. Lo mejor es que la situación fluya como corresponda. Jean tiene contrato hasta fin de año. Lo más importante es que esté tranquilo… Queremos que esté tranquilo y siga disfrutando”. ¿Reproches a Beasejour? Ninguno.
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