La red de corrupción descabeza al fútbol sudamericano
La caída de Sergio Jadue se suma a la salida de casi la totalidad de los directivos de Conmebol involucrados en el escándalo de sobornos de Datisa.
Eduardo Sepúlveda Z. 20 de noviembre del 2015 / 07:15 Hrs
Justamente ayer, cuando Sergio Jadue decía “misión cumplida” a través de una carta, la organización Transparencia Internacional (TI) entregaba un informe en el que confirmaba que sólo 41 federaciones afiliadas a la FIFA disponen de reportes públicos financieros y apenas 14 ofrecen la mínima información razonable para explicar el destino de sus fondos y, también, cuáles son los valores éticos que guían sus actividades. Chile es uno de los que carece de informes financieros, pero cumple con otros requisitos de buena gestión.
Los que sí satisfacen todos los requisitos parecen un lugar común: Inglaterra, Japón, países escandinavos y Nueva Zelanda, con algunas excepciones notables, como Alemania, precisamente donde se encuentra la sede de TI.
El director ejecutivo de la ONG, el sudafricano Cobus de Swardt, declaró que “el riesgo de corrupción es alto en muchas asociaciones. Este problema es aún más grave por la carencia de auditorías en varias asociaciones”.
Mientras, en Estados Unidos, Jadue se alista para referirse a todos aquellos asuntos que no figuraban en su carta de renuncia, escrita sobre la base de la autosatisfacción. Se trató de un documento no difundido por la ANFP, sin explicación, y que salió a la luz a través del sitio web de radio Cooperativa.
Ayer, en tanto, la revista Qué Pasa reveló que el calerano creó una sociedad “offshore” en el paraíso fiscal de Islas Vírgenes. Según este reportaje, Jadue manejaba desde ahí grandes sumas de dinero que no pasaron por Chile, que habría justificado como pagos de sus funciones en la Conmebol. Además, las operaciones fueron realizadas a través de Amicorp, empresa dedicada a las asesorías de inversiones.
La caída de Jadue es fuerte, pero no distinta de las sufridas por el resto de los presidentes de fútbol sudamericano. En este entramado, el calerano es una de las últimas ficha que cae, pues hasta ayer sólo el ecuatoriano Luis Chirioboga continuaba como timonel del fútbol de su país y lo mismo sucedía con el paraguayo Juan Ángel Napout en la presidencia de la Conmebol. En ambos casos, en una situación muy precaria, de acuerdo con la información que manejan la prensa y los círculos los círculos dirigenciales de sus respectivos países.
Todos los involucrados en este escándalo no han podido resistir la fuerza del sistema judicial de Estados Unidos y Suiza. El primero ha actuado con particular fuerza, acordando acciones con su equivalente europeo que han significado la detención inicial -en mayo- de directivos de la Conmebol y la Concacaf en Zúrich, además de ejecutivos de Datisa, la firma creada por empresarios brasileños y argentinos para manejar, sobornos mediante, los derechos de transmisión televisiva de las copas América y Do Brasil, entre otros certámenes en Latinoamérica y Estados Unidos (ver recuadros).
Aquella primera ola de arrestos implicó la caída de nombres claves, impulsadas por Loretta Lynch como magistrado titular de la Corte del Distrito Este de Nueva York. Hoy, ya ministra de Justicia (Fiscal General) de Estados Unidos, Lynche se han encargado, con esa investidura, de llevar adelante el caso, trabajando coordinadamente con su par suizo, Michael Lauber. Ambos, con jurisdicción total sobre estas materias, pues Datisa tenía una sus sedes en Nueva York y la mayor parte de la actividad pasaba por Suiza. Eso, además del dinero que fue depositado en más de un banco helvético, como sucedió en el caso de Nicolás Leoz, el directivo con mayor compromiso delictivo y pecuniario en esta red, tanto por montos como por el período involucrado. Pero Leoz no está solo: son 300 las cuentas que están siendo auditadas, en 30 entidades, según explicó Lauber.
En este contexto aparece la caída de Jadue, quien se convierte en uno de los últimos presidentes en presentarse en Estados Unidos. Inicialmente, negó las acusaciones, aduciendo que la fiscalía se apuntaba a nueve de 10 timoneles de la Conmebol, estrategia que se derrumbó a medida que comenzaron a testificar los principales ejes del esquema de corrupción, como el uruguayo Eugenio Figueredo y Luis Bedoya, quien antecedió en pocos días a Jadue en su comparecencia. El colombiano recurrió a la misma justificación que el chileno: problemas personales y de salud.
Hoy, ambos enfrentan la misma circunstancia: apegados a la delación compensada y, si es necesario, devolviendo lo mal habido. Las explicaciones ya no importan; sólo vale aminorar el daño.
Los que sí satisfacen todos los requisitos parecen un lugar común: Inglaterra, Japón, países escandinavos y Nueva Zelanda, con algunas excepciones notables, como Alemania, precisamente donde se encuentra la sede de TI.
El director ejecutivo de la ONG, el sudafricano Cobus de Swardt, declaró que “el riesgo de corrupción es alto en muchas asociaciones. Este problema es aún más grave por la carencia de auditorías en varias asociaciones”.
Mientras, en Estados Unidos, Jadue se alista para referirse a todos aquellos asuntos que no figuraban en su carta de renuncia, escrita sobre la base de la autosatisfacción. Se trató de un documento no difundido por la ANFP, sin explicación, y que salió a la luz a través del sitio web de radio Cooperativa.
Ayer, en tanto, la revista Qué Pasa reveló que el calerano creó una sociedad “offshore” en el paraíso fiscal de Islas Vírgenes. Según este reportaje, Jadue manejaba desde ahí grandes sumas de dinero que no pasaron por Chile, que habría justificado como pagos de sus funciones en la Conmebol. Además, las operaciones fueron realizadas a través de Amicorp, empresa dedicada a las asesorías de inversiones.
La caída de Jadue es fuerte, pero no distinta de las sufridas por el resto de los presidentes de fútbol sudamericano. En este entramado, el calerano es una de las últimas ficha que cae, pues hasta ayer sólo el ecuatoriano Luis Chirioboga continuaba como timonel del fútbol de su país y lo mismo sucedía con el paraguayo Juan Ángel Napout en la presidencia de la Conmebol. En ambos casos, en una situación muy precaria, de acuerdo con la información que manejan la prensa y los círculos los círculos dirigenciales de sus respectivos países.
Todos los involucrados en este escándalo no han podido resistir la fuerza del sistema judicial de Estados Unidos y Suiza. El primero ha actuado con particular fuerza, acordando acciones con su equivalente europeo que han significado la detención inicial -en mayo- de directivos de la Conmebol y la Concacaf en Zúrich, además de ejecutivos de Datisa, la firma creada por empresarios brasileños y argentinos para manejar, sobornos mediante, los derechos de transmisión televisiva de las copas América y Do Brasil, entre otros certámenes en Latinoamérica y Estados Unidos (ver recuadros).
Aquella primera ola de arrestos implicó la caída de nombres claves, impulsadas por Loretta Lynch como magistrado titular de la Corte del Distrito Este de Nueva York. Hoy, ya ministra de Justicia (Fiscal General) de Estados Unidos, Lynche se han encargado, con esa investidura, de llevar adelante el caso, trabajando coordinadamente con su par suizo, Michael Lauber. Ambos, con jurisdicción total sobre estas materias, pues Datisa tenía una sus sedes en Nueva York y la mayor parte de la actividad pasaba por Suiza. Eso, además del dinero que fue depositado en más de un banco helvético, como sucedió en el caso de Nicolás Leoz, el directivo con mayor compromiso delictivo y pecuniario en esta red, tanto por montos como por el período involucrado. Pero Leoz no está solo: son 300 las cuentas que están siendo auditadas, en 30 entidades, según explicó Lauber.
En este contexto aparece la caída de Jadue, quien se convierte en uno de los últimos presidentes en presentarse en Estados Unidos. Inicialmente, negó las acusaciones, aduciendo que la fiscalía se apuntaba a nueve de 10 timoneles de la Conmebol, estrategia que se derrumbó a medida que comenzaron a testificar los principales ejes del esquema de corrupción, como el uruguayo Eugenio Figueredo y Luis Bedoya, quien antecedió en pocos días a Jadue en su comparecencia. El colombiano recurrió a la misma justificación que el chileno: problemas personales y de salud.
Hoy, ambos enfrentan la misma circunstancia: apegados a la delación compensada y, si es necesario, devolviendo lo mal habido. Las explicaciones ya no importan; sólo vale aminorar el daño.
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